miércoles, 25 de agosto de 2010

Cartones.

Anoche, tras el partido del Madrid, vimos el final del programa "21 días fumao" (más o menos). Nos reímos bastante de los caretos de Samantha Villar (es asín, "Samantha", como la de las mamellas anteriores a las de Sabrina), con varios amarillos y muchas risas. Entrevistó (también más o menos), por cierto, al señor ese de las drogas que me dijo Sergio Zawinul. Lo siento, ahora no me acuerdo del nombre, pero me pareció bastante buena su opinión sobre el cannabis y sobre las pérdidas de atención de la periodista.

Después de ese programa, que recomiendo porque está bastante bien, vino otro: "21 días en la calle".
En este caso, risas pocas.
Samantha sale de su casa el primer día con el material para su cámara, una muda y lo puesto. Hasta el día de Navidad. 21 días viviendo en la puta calle.
Y es puta la calle, sí.
Decenas de historias; decenas de vidas rotas; por su culpa, diréis y, probablemente no os falte razón, pero eso no lo hace más llevadero; más al contrario, hace más fácil el abandonarse a su suerte.
Gente que lleva en la calle 21 años, con 42. Gente que perdió su trabajo de ejecutivo, perdió a su familia y perdió las ganas de luchar. Gente que echa de menos a los suyos, pero no quiere verlos porque no quieren reflejarse en sus ojos. Inmigrantes sin papeles que prefieren dormir entre basura que la vergüenza que supone para ellos el que les vean dormir en la calle. Personas que aprovechan el "abierto 24h." para que no les echen. Hombres y mujeres que, aún llevando la mitad de sus vidas en la calle, no se consideran "gente de la calle"; que prefieren rebuscar en la basura la comida que "rebajarse" a pedirla. Gorrillas. Que beben para no pensar. Que andan para no pararse a mirar.
Todo muy triste, la verdad. Triste porque CUALQUIERA PUEDE ACABAR ASÍ. Cualquiera. Quienes conocen las depresiones son conscientes de que, sin saber como, llega un momento en el que no quieres salir del túnel, no quieres volver al paso anterior a la depresión y tampoco quieres otra cosa que no sea quedarte ahí, en lo oscuro. Se está más cómodo, en un momento dado, como víctima que como luchador. 

Lo que más me dolió lo puedo separar en dos ejemplos que señalan una misma cosa.
  • Así, como quien no quiere la cosa, en una de las noches del frío invierno madrileño, Samantha decide dormir bajo techo en el albergue de la Casa de Campo. Se me desmontó el argumento, asimilado de tanto escucharlo de "si duermen en la calle porque quieren; un montón de camas vacías en los albergues toooodas las noches". Aprovechando que estaba la cámara de Cuatro, uno de los sin techo acusó a un Policía Local (y a un mecánico, a un médico y a 45 millones de españoles) con las siguientes palabras "son las 23:45 y llevo aquí desde las 19h, esperando a que me dejéis entrar con la que está cayendo; para que luego digáis que no queremos dormir bajo techo".
  • Una noche, ella tiene que dormir en la calle entre cartones, como ha aprendido de sus compañeros/rivales. Antes de dormirse, le dice a la cámara, nos dice a todos que tiene miedo, que hay mucho jaleo y está asustada por si alguien hace algo. Además, se teme que no ha hecho bien en decirle a tanta gente dónde iba a dormir. Todo ésto, tras haber contado que ha aprendido que, si bien un hombre está marginado por vivir en la calle, una mujer está doblemente marginada porque en sólo un puñado de días, alguien tan independiente como ella, ha asumido que para sobrevivir en la calle siendo mujer, lo mejor sería buscarse a un tío a modo de protección. Bien, pues tras haberse dormido con mucho miedo, se despierta gritando porque algo ha caído sobre sus cartones. Al asomarse para ver qué había pasado, ve a dos chavales, a dos niñatos que se han tirado encima de esos cartones por joder, por hacer la gracia. Ahí pierde la composturas y, una vez los hijos de puta esos han desaparecido, les define, les llama por su nombre.
La cosa que nos señalan esos dos ejemplos es que les despreciamos. Porque sí.
A mí me da mucha pena, probablemente porque sea así. Yo también miro para otro lado para no ver la realidad que nos rodea.

Los que dan asco no son ellos.

martes, 24 de agosto de 2010

JUAN FRANCISCO MARTÍN SECO en el Diario Público.

JUAN FRANCISCO MARTÍN SECO
Economista
El domingo 15 de agosto este diario publicó un extenso reportaje acerca del caos en el que se ha convertido nuestro sistema fiscal. Citaba, en primer lugar, un informe de la Agencia Tributaria que ponía de manifiesto algo que todos sospechábamos: que el tipo efectivo del Impuesto sobre Sociedades es muy inferior (el 10%) al tipo nominal, situado ahora tras diversas rebajas en el 30% .
El dato, además de escandaloso, es bien expresivo de la hipocresía de ciertos discursos formulados principalmente desde el sector empresarial que, basándose exclusivamente en el tipo nominal, afirman que en España el gravamen sobre sociedades es de los más altos de Europa. Lo cual no sólo es falso sino que se convierte en un sarcasmo si atendemos al tipo efectivo, es decir, al porcentaje que realmente pagan las empresas sobre sus beneficios, ya que el cúmulo de deducciones y desgravaciones termina por vaciar de contenido el impuesto.
Especial mención merece el tratamiento fiscal dado a las empresas españolas para que hagan de nuevo las américas y obtengan pingües beneficios en el exterior, a menudo esquilmando a esos países y sin ningún beneficio para la sociedad española. Todo lo contrario, puesto que financian sus aventuras exteriores a cargo del erario público, que les permite desgravar sus intereses.
El mencionado reportaje citaba también otro informe, este de la Comisión Europea, censurando las reformas fiscales acometidas en España desde 1997 –yo diría que incluso desde antes– y origen en buena medida del elevado déficit que mantenemos en la actualidad. Bien es verdad que es una pena que la Comisión, en lugar de aplaudir, no hubiese hecho esas advertencias cuando los gobiernos del PP, tras arrasar con sucesivas reformas el sistema fiscal, no se cansaban de vocear esa patochada de que bajando los impuestos se recauda más –por cierto, que lo siguen diciendo–. O cuando el PSOE postmoderno afirmaba aquello de que bajar los impuestos es de izquierdas, al tiempo que continuaba la obra del PP reduciendo el tipo del Impuesto sobre Sociedades, permitiendo que las rentas de capital permaneciesen fuera de la tarifa general del IRPF, propiciando el fraude en las SICAV, disminuyendo el tipo marginal del IRPF o eliminando el Impuesto sobre el Patrimonio. El ministro de Fomento ha declarado que se pagan pocos impuestos en España. No generalicemos. Son algunos los que no los pagan.

jueves, 19 de agosto de 2010

Cebollino.

"Con mar gruesa y fuerte viento de levante". "Créame cuando le digo que Irak tiene armas de destrucción masiva". "Los autores intelectuales del 11-M no están en montañas desiertas o rincones lejanos".

Ésto, más o menos textualmente, es a lo que nos acostumbró el Gobierno de San Josermaría Aznar de España y López de Alemania. Ésto y no otra cosa es el mejor modo en el que defiende a su país el mayor patriota que alguna Patria vio, las abdominales más resaltadas del gimnasio que ustedes elijan, el más madridista del Bernabéu, el más bigotudo de la barbería, la más novia en las bodas y el más muerto en los entierros.

Sí, han leído bien, así defienden este tipo de personas a su país. Porque los patriotas de hojalata, no tienen más Patria que ellos mismos, más país que sus amigos, más bandera que sus Rolex, sus Jaguars y sus pulseritas rojas, amarillas y rojas.

¿Por qué (se preguntarán ustedes) nos tratará de usted este tío? Pues por respeto hacia los desconocidos y por si alguien me "menea" la noticia. Una es decente, pero práctica.

Seguimos (ustedes y yo, no piensen que utilizo el plural mayestático, pues lo único mayestático en mí es la ignorancia). Este individuo, nunca mejor utilizado, se presenta a apagar un fuego que ya no existe, a avivar las llamas tal vez. 

Resulta que los, probablemente muy musulmanes, pero seguro que muy machitos de los marroquíes que intentan pasar a diario la frontera con Melilla (qué tendrán las fronteras que tantas cosas suceden a su alrededor), tienen problemas con la autoridad. Con la autoridad así, en femenino. Parece ser que a ciertos cabestros les moslesta que una mujer, esa serpiente que engañó a Adán (¿que eso es de la Biblia y no del Corán? Es igual; aún estoy esperando a una religión que respete a las mujeres), que sea una mujer, digo, la que le ordene y mande.

El problema, obviamente, no está ahí, porque en la España que el tal Aznar vivía plácidamente, tampoco es que la mujer tuviese relevancia más allá de ver, parir y callar. El problema es que el carnicerito de las Azores llevaba un tiempo fuera de los focos. El problema es que se alimenta de una Fundación cuyas iniciales coinciden ¿milagrosamente? con las de FAlange ESpañola. El problema es que vive en un Partido que vivió por él y que le debe tanto como las mujeres: ver y callar, coño, que es el vigía de occidente el que habla.

El problema, al fin y al cabo, es que éste vive muy bien gracias a un país que no sólo aguanta, sino que apoya y promueve desde al patriota de Perejil (sí, ese que a pesar de haber propiciado que pasase los del Yak-42, es el responsable de Justicia del PP -no es broma, se llama así algo en el PP; oxímoron creo que se llama el asunto-) al Cebollino de Melilla. Por la gracia de dios, supongo.

sábado, 14 de agosto de 2010

De los que son sólo un poco.

En aquel tiempo, servilleta creía que era un poco católico y un poco socialista. Llegué a esa errada (probablemente también herrada) conclusión por el mero hecho de que creía que había un dios y tal, y porque estaba afiliado al PsoE (aún lo estoy; no sé si darme de baja hoy o cuando ponga mi granito de arena para que Tomás Gómez FRANCO no sea el candidato a la Comunidad).

Por el lado creyente, mi error era como el pecado: original. Pero no sólo, aunque sobre todo, de origen, sino que pensaba que mis creencias eran originales, ideas mías.
Pero estaba equivocado. Por un lado, es obvia la no existencia de un dios, menos aún de "el dios"(aún no me explico como no lo veía, con lo claro que estaba), contrapuesto éste a los diosecillos falsos de los demás. Esa es la cara de esa luna que es la religión de la que todos, con una pizca de observación y con bastante reflexión y razón, deberían renegar puesto que es un instrumento de sometimiento y, sobre todo (y lo más dañino) de asunción (en minúscula, por supuesto) de que todo está escrito. Con renglones torcidos e inescrutablemente, pero escrito. Pero escrito por alguien superior, y por tanto no criticable (porque como eres tonto, no eres nadie para poner en duda lo que Él dijo -bueno, vale, que igual no lo dijo así, pero, joder, que está escrito en la Biblia-).
Lo de que lo mío era original, venía a cuento porque todos los que no siguen la doctrina de la Iglesia (SICAR en adelante), y aún así se declaran cristianos o católicos no practicantes, se creen muy listos. Lo digo desde el conocimiento de causa. Piensan algo así como "cojo de aquí y de aquí y me hago una religión a mi medida, en la que me sienta cómodo y no interfiera en mi vida privada, mientras en la vida pública (véase, las fiestas de mi pueblo) puedo, sin ningún tipo de hipocresía rezar el rosario en la novena, o ser el que más grita en el Señor reciba de tus manos este sacricificio para alabanza........". Craso error. No es más que hipocresía pura y dura cuando cogemos Dogmas de la SICAR y los convertimos en dogmitas para que se adapten a nuestro estilo de vida, y a lo que hace que seamos un tipo de animales diferentes: nuestra capacidad de razonar. Solo es hipocresía pensar que una parte es verdad y que otra es manipulada por los poderes interesados de la SICAR, mientras defendemos que "hombre, algo tiene que haber, sino, qué vida más triste si no hay nada después". No es más que hipocresía cuando nos convertimos en cristófagos, cuando pensamos que por repetir una oración (que si no fuese socialmente establecida como un rito aceptable, serías tratado como un puto loco) nueve días seguidos, estaremos preparados para vivir otro rito en el que se recitan (de memoria) otro paquete de oraciones, mantras comunitarios, y así, con nuestras mejores galas, tomar de las sucias manos del cura un cacho de nuestro dios. Y encima, la sangre no nos dejan probarla.
Pero, que quede claro: la mayor hipocresía está en quere pertenecer un poco a algo que te exige todo para dejarte participar. Yo he escuchado la siguiente frase "yo, es que soy un poco Testigo de Jehová". Así de estúpido es ser sólo un poco Católico.

Por otro lado, hay mucha gente de difícil definición. 
Según nos enseñó un compañero en el blog de Manolo una encuesta del CIS refleja que un 2% de los votantes de IU se proclaman conservadores, mientras un 3 ó 4% de los del PP, se llaman a sí mismos comunistas (yo conozco un caso de éstos).
Eso sí, no son los únicos hipócritas. Los hay que sin informarse sobre los orígenes del partido (hoy parece que la palabra clave es "origen"; Miguel me ha recomendado, por cierto, que vea esa peli de Di Caprio) reniegan de la raíz misma del Socialismo. No digo que obligatoriamente para ser del PsoE haya que saberse de memoria toda la literatura del hermano serio de los Marx, de hecho, yo me he leído un librico y pequeño, pero, joder, llámate a tí mismo pesoísta, no socialista. En el anterior ejemplo, (aviso: plural eutiquiástico) veíamos cómo no era correcto autodenominarte "católico no practicante" porque eso no existe, como no se puede estar un poco embarazada o un pelín muerto.
A lo que voy, uno puede considerarse socialista por el mero hecho de ser militante del PsoE (aunque eso no sea correcto), pero lo que no debe hacer es considerar a su socialismo (pesoísta) más mejón que el socialismo de un estudioso marxista. Ya, lo que riza el rizo es defender como socialismo auténtico lo del PsoE, cuando se enfrenta al de IU, por muy desunida que esté esa izquierda.

Vamos, que como ya no me afecta aquello de "no juzgues y no serás juzgado", me permito la licencia de juzgar a los listos que, a pesar de tener material para un libro sobre la hipocresía, se visten de blanco (roto, eso sí, que da más "glamú") para sentenciar a todo el que no se ajuste a los cánones de su religión o de su ideología PARTICULAR.

P.D.: Obviamente, en PsoE, la S de socialista y la O de obrero, aparecen en minúscula, no por voluntad del autor (en este caso el menda), sino por las actuaciones de los de ese partido (poniendo ésto último en el tonillo de "esa mujer" del gran Iñaki Zumake.

martes, 10 de agosto de 2010

No, si eso es como todo.

Me encontraba en medio de una pelea tonta cuando me se ha pasao una idea por el celebro: habría que utilizar el lenguaje tal como hacíamos de niños, sin retorcerlo, sin eufemismos.

Aznar es uno de los mayores hijos de puta que ha dado la cosa pública en los últimos 40 años. Así, tal cual, igual suena fuerte, pero tampoco creo que tenga que explicar durante mucho tiempo el por qué para que el personal acabe dándome la razón. Si nos mintió sobre el mayor atentado de la historia de su amada Patria ¿por qué fiarnos de nada que diga?

Zapatero es uno de los mayores traidores de la clase trabajadora desde Felipe González. Esto, aún no sonando tan fuerte como lo anterior, tal vez merezca una explicación más larga, máxime cuando un servilleta ha proclamado su amor hacia él hasta la extenuación, hasta el punto de que si me afilié al PsoE fue por él, por su programa, porque me lo creía, defendiendo lo indefendible con las excusas más peregrinas (que si gobierna en minoría, que si bastante hace según están las cosas, que si con el PP estaría todo peor aún; cosas que, siendo verdad, no hacen menos dolorosas las puñaladas). Él, con su cara de bueno, nos pidió a los jóvenes (sí, qué pasa, yo pertenezco aún a ese grupo poblacional) confianza, nos prometió que no nos fallaría y se ha sacado de la manga (de la manga de Díaz Ferrán) una reforma que vende a los jóvenes, vende a los trabajadores en general y nos va avisando de que las cosas se pondrán peor para nosotros, de que en breve irán las pensiones, el copago sanitario y sus muertos tós.

Pues, eso: que los pelos en la lengua nunca han sido buenos, vengan de la actividad que vengan. Menos si es de hablar de nuestros empleados, de nuestros supuestos representantes.