sábado, 20 de agosto de 2011

"Una crisis terminal", de César Hildebrandt.

Hugo, "El Siamés", me ha enviado por correo este fragmento de un libro del periodista peruano Césas Hildebrandt. Tenemos que felicitarnos por tener en el mundo gente que, sabiendo lo que dicen, dicento lo que sienten, lo esciben bien.
 
UNA CRISIS TERMINAL
César Hildebrandt
Tomado de: HILDEBRANDT EN SUS TRECE, viernes 12 de agosto 2011, Nº 68 pp. 6 y 7.
Se incendia Londres, llueven palos en Santiago, la OTAN sigue matando civiles en Libia, los rebeldes se traen abajo un masivo helicóptero estadounidense en Afganistán, las fuerzas de seguridad sirias continúan eliminando oposito­res y en Somalia ha empezado una hambruna apocalíptica que puede borrar del mapa a millones de seres humanos. ¿Este es el nuevo orden mundial? ¿O el nuevo orden mundial será que Estados Unidos sigue imprimien­do billetes para amortizar deudas im­pagables y que Europa tambalea por­que, con la excepción alemana, gasta más de lo que merece gastar?
¿O el orden nuevo consistirá, más bien, en que a los indignados de Es­paña los saquen a empujones de la Puerta del Sol y del metro que sale a la Gran Vía?
Como ustedes saben, a mí no me fue dada la virtud de la fe ni la gracia del teís­mo: padezco mi incredulidad y sé que me corromperé en un cajón bajo tierra.
Pero no se necesita a Dios (miren, lo escribo con mayúscula: algún miedo miserable me susurra pre­cauciones) para creer en principios y valores.
Es relativamente com­prensible entender lo de Libia, donde un payaso siniestro creó una monarquía uni­personal y vitalicia. Está más cerca aun de nuestra comprensión lo que sucede en Siria, país sometido a una férrea dictadura de vocación también dinástica apoya­da en los tanques de sus fuerzas armadas. Es natural que los helicópteros de un país ocupante, que mata a domicilio y sin si­quiera arriesgar la vida de sus pilotos, sean eventualmente volados. Y para este mundo, es ritual que en África siempre haya un país al borde de la extinción por una guerra civil sin fin o una sequía man­dada por los poderes infernales.
Ya no resulta tan fácil explicar lo de Londres, lo de Santiago, lo de Madrid, lo de Lisboa, lo de Dublín o lo de muchas ciu­dades de los Estados Unidos que han visto el desfile de una nueva ira ciudadana.
Lo que revelan las noticias, por lo ge­neral, es que en ese occidente jactan­cioso que creía haber llegado al "fin de la historia" y a la fórmula de la inmorta­lidad capitalista, la gente está harta. Lo que también revelan las noticias es que el sistema de contención del capitalismo neanderthal -redescubierto por la Thatcher y adorado en Wall Street- ha empezado a resquebrajarse.
La gente está harta de que le hayan robado la democracia y de que una sola partitura -la de los tiburones de las bol­sas y los ladrones de la banca- sea la que se imponga en los coros de los niños cas­trados de la prensa.
Hartos están todos -y con ra­zón- de que los truhanes de las finanzas y del hampa corpora­tiva compren periódicos y tele­visiones para decirle a la gente que está bien que se joda, muy bien que se resigne, mejor que se calle y maravillosamente bien que obedezca. Lo que estamos viendo es como la película "Des­pertares" pero en versión de la Comuna de París: millones de aturdidos abandonan el limbo y gritan para comprobar que es­tán vivos.
Me da mucha risa cómo es que la prensa peruana, por ejemplo, trata la crisis mundial que ha empezado. Se habla de números, de alivios, de cumbres políticas, de re­baja de calificaciones, de Obama y de la Unión Europea. Lo que no se trata es lo único que podría ser interesante: esta es una crisis medular y sistémica. No tiene que ver con un episodio borrascoso del crecimiento sino con un final de época, un ultimátum que la razón le ha dado a la sinrazón.
No es posible la continuidad sin so­bresaltos de un sistema que privilegia la industria de la matanza, que carece de escrúpulos, que cree que la codicia es una virtud teologal, que aúpa a la cima de la política a subnormales como Sarah Palin, que castiga el mérito del trabajo y premia el crimen financiero, que trata a las masas como estadística y al dine­ro como patrimonio de las élites. No es posible que un sistema que no cree en la felicidad, que se nutre de la corrupción, el abuso y la depredación de los recursos insista en sus fórmulas y crea que la im­punidad es su mejor blindaje.
Es hora del cambio de embarcación, ruta, capitán y tripulantes. Este Colón mamarrachento no nos lleva a ningún nuevo mundo. Esta carabela nos condu­ce al mar de los Sargazos, esquina (ima­ginaria) con la fosa de las Marianas.
Eso es lo que están diciendo las ca­lles. Porque las ca­lles dicen ahora lo que los políticos, amordazados por los operadores del sistema, ya no pue­den decir. ¿No era que Chile era el modelo a seguir a pie jun-tillas? Que hablen los araucanos valientes y los estudiantes felizmente obstinados.
Se asombran en Londres de que haya niños entre los manifestantes vandalizados. ¿Cómo no va a haber adolescentes y niños si han mamado violencia desde que la televisión-niñera los atrapó, si han visto en el cine "de éxito" que degollar, descuartizar, volar en mancha y balear en banda es un "grandioso espectáculo"? El sistema no previó, entre otras muchas cosas, que al hacer héroes a monstruos sin ley estaban construyendo monstruos sin ley que algún día saldrían a imitar a sus ídolos.
Tampoco previó que al abaratar el salario y al condenar a generaciones enteras a vivir del crédito estaba labrando su propia iliquidez. No tenía cómo prever esto porque los gobiernos que operaban el sistema hacían exactamente lo mismo.
El capitalismo, tal como lo hemos conocido, ha dejado de funcionar. Podrá obtener una tregua, algún aplazamiento, un enésimo maquillaje, pero su fin está próximo. Que ese fin sea pacífico, que esa transición no se confunda con el caos, dependerá de los indignados pero, sobre todo, de los causantes de tanta indignación.
La gente está harta, pero más harto está el planeta Tierra. Harta la gente, hartos los bosques, asqueados los mares, Alaska en pie de guerra, la Antártida ofendida, el aire de ceniza que terminará, si todo sigue igual, apagándonos la luz del sol: fin de era.   
Aunque suene anticuado a los tuiteros: no se puede vivir sin valores, sin sueños grandes, sin prójimos, sin la modestia que debería siempre imponernos ser inquilinos fugaces de una roca viva que nos alberga con ciertas condiciones.
El capitalismo neanderthal se ha metido con la naturaleza. No le ha bastado tratar con la punta del pie a sus siervos (los trabajadores). Ha tenido que burlarse de la naturaleza y, por supuesto, la naturaleza ha empezado a enviarle la factura.
En vista de todo esto, qué pálida parece nuestra política y qué desvaída la mayor parte de nuestra prensa. Como en el siglo XIX, los peruanos seguimos siendo realistas cuando el mundo borbónico ha estallado.
El imperio de China acabó (y acabó dos veces, si me lo permiten, igual que el raso). Roma terminó en escombros. La historia es el equivalente a unas páginas amarillas de todos los imperios muertos y todas las arrogancias desvanecidas.
El orden internacional actual ha empezado a hundirse de verdad mientras su potencia líder vive de fiado y jaqueada por una derecha clínicamente imbécil.

jueves, 18 de agosto de 2011

"Grito hacia Roma", de Federico García Lorca.

Manzanas levemente heridas por finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
Peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
Y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.
Porque ya no hay quien reparte el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elegantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.
Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.
Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los
directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

Barcelona 3 - Real Madrid2. Vuelta de la Supercopa.

Cautiva y desarmada, la tropa del antoñito, padece en cama un dolor de cojones... un dolor de espalda, de cojones por tamaño, que no por localización.

El Barça es justo vencedor, como lo hubiese sido el Madrid de haber metido un tercer gol.

De hecho, tal vez hubiese sido lo más justo: que se decidiese por algo tan justo (no de justicia, sino de ajustado) como la diferencia de goles, o por pies, o por un cara o cruz. Pares o nones, tal vez.

Olvidémonos de la última jugada: cagada de Marcelo que (quien haya jugado a cualquier tipo de deporte, o al mus, o a lo que quiera que conlleve algo de competitividad) acababa de recibir lo que debería haber sido la segunda amarilla de Messi (por supuesto que sería una putada que hubiesen expulsado al mejor del partido, o del mundo, por una falta táctica, pero también es cierto que llevaba todo el partido desplazando el balón y tal, sancionables actos -varios, demasiados para ser un santo- con tarjeta amarilla; la segunda, recuerdo), una falta por detrás, sin balón y sin sentido, pero carente de la violencia que luego llevó a tomarse la justicia por su mano al Brasileño.

Digo que nos olvidemos de esto (al igual que de los fingimientos de Busquets, otra vez Busquets, desde el minuto uno) porque hemos visto una Supercopa que podía ser considerado, por derecho y por haber sido ahora, en el peor momento de forma de cualquiera, un torneo épico, unos encuentros magníficos, de calidad, fuerza, raza y descaro.

Un Messi omnipotente, aunque no omnipresente. Un Sergio Ramos (insisto) que no es capaz de hacer nada bien. Un Casillas abducido por la negatividad que parece haberse instalado en el madridismo (me recuerda a la histórica llantina contra el equipo de Franco y tal), incapaz de sacar pecho por lo conseguido.

Fue un partido lleno de contradicciones. El Barça pasaba de ser una víctima sumisa y desbordada, a una cobra que soltaba picotazos mortales. El Madrid pasaba de dominar física, táctica y técnicamente, a aflojar, a levantar el pie, no sé si para tomar aire o para que no se confundiesen de equipo los chinos que estuviesen viendo el partido.

Desde mi punto de vista, el Madrid mereció más. Tal vez ganar en la ida, seguro que no perder en la vuelta.

Pero, como dijo Di Stefano "las victorias no se merecen, se consiguen".

P.D.: Mourinho la ha cagado de una manera enorme al meter el dedo en el ojo (literalmente) al Barça y al ningunear a un segundo (cuando él lo era hace diez años y cuando nadie como él da tanta importancia a sus ayudantes).

lunes, 15 de agosto de 2011

Real Madrid 2 - F. C. Barcelona 2. Ida de la Supercopa de Spáña.

Comienzo por el final: el resultado no reflejó lo que se vio en el campo. El Barça toma ventaja para el título. Peor pequeña ¿eh?
Ahora, más obviedades. No se vió un arbitraje escandalosamente probarcelonista, pero se vieron las tendencias de siempre.
Y hablo de tendencias. Los árbitros (ya no sé si hipnotizados por el juego horizontal-ísimo- del Barça, o porque no son tontos y ven que son premiados los que no se equivocan en una dirección determinada; desde luego, no creo que RFEF o UEFA se dediquen a decir a los árbitros "joded al Madrid y beneficiad al Barcelona y llegaréis lejos", pero es innecesario cuando ves que quienes les quitan penaltis a unos y se los regalan a otros a lo largo de la temporada, acaban siendo premiados con la internacionalidad, con finales y demás prebendas), sorprendentemente, varían su criterio según quién sea el infractor.
Lo normal, digo yo, es que un árbitro se equivoque (y se le vaya un partido de las manos) al ser demasiado quisquilloso o demasiado permisivo; por pitar falta por todo, o por no pitarla por nada; por cortar todas las protestas con amarilla, o por dejar que los jugadores se los coman. Pero lo frecuente (diferencia aquí "normal" de "frecuente", aunque normalmente los usemos como sinónimos) es que al Barça le permitan protestar hasta los saques de banda, mientras sacan tarjeta a Coentrao por levantar los brazos; lo frecuente es que Daniel Alves, estando fuera del campo, dé catorce volteretas (sin que le doliese nada, claro) para meterse dentro del mismo y montar el pollo..... para que el señalado como marrullero sea Pepe; lo frecuente es que Valdés se cruce el campo para protestar una falta que no es y que encima el árbitro señala a su favor.... mientras la prensa destaca que Ramos (ese jugador que es campeón del mundo, titular indiscutible en cualquier equipo.... incapaz de hacer nada bien durante un partido entero. Ni un pase, ni una recuperación, ni una cobertura. Joder, ni un saque de banda. ¡ARBELOA, YA!) se cruzó el área (20 metros) para recriminar a Alves una acción antideportiva.
En fin, que como dijo Karanka (e intuyo que hablaba más de estas cosas que de que el árbitro pitase o no un penalty), hay cosas que no cambian.
Lo que sí ha cambiado (por supuesto, concedo a Mou la duda de que tal vez el Madrid no estaba preparado la temporada pasada para jugar así) es la forma de encarar el partido. Yo pedía más valentía el año pasado, no ya en Champions, porque veía comprensible pensar en el partido de vuelta, sino en la Liga, porque el cálculo de Mourinho (la Liga está perdida, no voy a mostrar mis cartas para la Champions y la Copa, que esas sí podemos ganarlas) y, creo, ahí se equivocó. Si el Madrid hubiese salido más valiente ¡en el Bernabeu! contra el Barça en Liga, le habría dado el mensaje que recibió anoche: "En el cuerpo a cuerpo, sin contar con arbitrajes, césped alto, ni pollas en vinagre, puedo pelearme contigo sin complejos. Sí, puedo perder, pero también puedes hacerlo tú."
Y al final, creo que se trata de eso, que eso es lo bonito del fútbol. Medir tus fuerzas con el rival en un partido que no tiene vuelta atrás, que no tiene otro partido después, que es a vida o muerte (aunque suene dramático).
Ahí, no salió mal el Madrid. Y que no me vengan con que el Madrid está más rodado, porque si el Guardiola les dio vacaciones más largas a sus jugadores (me sorprendió que Messi o Alexis -hay futbolista ahí- se incorporasen a los entrenamientos cuando Di María o Higuaín llevaban ya dos partidos de pretemporada)..... igual es culpa de Mourinho. O de Pepe.

sábado, 13 de agosto de 2011

No diré las cosas que pienso.

Esta fotografía que he chorao del diario Público (http://imagenes.publico-estaticos.es/resources/archivos/2011/8/12/1313138502190aguirrec2.jpg) es de un coche que se ha chocado contra el que tenía delante.
Este coche llevaba a Esperanza Aguirre y al marqués de su marido.
Este coche, debería haber circulado en ese tramo a 60Km. por hora o a menos.
Este coche, debería haber mantenido una distancia (llamada "de seguridad") con el coche que le precedía suficiente como para frenar sin golpearle.
Este coche iba conducido por alguien. Desconocemos si por un chófer, si por la Marquesa o por el Marqués*. Desconocemos también (como pasó hasta después de unos días con el cerdo de Ortega Cano) si la persona que conducía, lo hacía bajo los efectos de alguna sustancia que distrajese su atención. Eso sí, sabemos que iba a los toros.
Así que, la persona que conjuese este coche ha cometido al menos una inprudencia que mandó al hospital (aunque parece que sin consecuencias de gravedad) a todos los ocupantes del vehículo golpeado.

Obviaré que la información lo llamó accidente, cuando debería haber hablado de inevitabilidad. Es inevitable que Esperanza Aguirre sufra accidentes e incidentes cuando realiza algo que conlleva peligro. Si monta en helicóptero, éste se cae. Si hay una aglomeración de personas, se produce un tiroteo. Si tiene pechos, ahí hay un tumorcico. Si va en coche, hay un alcance (toma eufemismo).

Lo que está claro, es que bicho malo, nunca muere. Y no es que esté escribiendo esto desde el deseo de que le pase algo a esa mujer. No. Aunque lo piense, no utilizaré estas líneas para demandar a la justicia universal que pongan a cada uno en su sitio. Solo me hago eco de una concatenación de hechos que mandarían a cualquiera pal otro barrio y a esta mala pécora solo le sirve para que le saquen un cuplé. Aunque algunos piensen que sería mejor que le escribiese algo Quiñones.

Eso sí, resulta curioso que, siendo Presidenta de la Comunidad de Madrid, también se dedique a dar por detrás en otras regiones durante sus vacaciones. 

Tiene querencia el bicho.

*En cuanto al conductor, hay dos posibilidades que abren otras tantas ramas:
          1.- El conductor es su chófer y el coche era su coche oficial
                -Está destinando recursos públicos para su ocio.
                -Considera un viaje oficial irse durante sus vacaciones a ver una corrida de toros a Gijón
          2.- Conducía uno de ellos dos:
               -Conducía el macho, como marcan los cánones y las buenas costumbres.
               -Conducía ella, como buena y servil cristiana.

jueves, 11 de agosto de 2011

"Ni voy ni te espero", de Raúl Solís en Montilla Digital.

La visita de Susan (abreviatura de Su Santidad) no me molesta. Como hombre libre puede venir a España y, por mí, se podría ir a la Cochinchina. Estoy encantado de que los reaccionarios que irán a aplaudir el discurso homofóbico, pseudofascista, machista, y anticondón que lanzará el líder de una organización que acoge a pedófilos y propaga la virulencia del Sida en África puedan tener por un día sensaciones orgásmicas sin represión. Siempre que la orgía papal la paguen los orgásmicos.

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No obedeceré sus dogmas. Sus ofensas me las pasaré por debajo del Arco del Triunfo. No soy católico. Su figura para mí tiene el mismo valor que pueda tener Belén Esteban. Cero. Eso sí, me reiré al ver que en pleno siglo XXI aún hay gente que sigue aplaudiendo tesis tan alejadas de la ciencia, el raciocinio y la lógica.

Mi risa hacia estos hooligans de la fe es irrespetuosa. Lo sé. Pero mis risas hacen menos daño que sus creencias discriminatorias y los insultos que lanzan contra cualquier modelo de vida libre que no acepte el yugo de las sotanas.

Ninguna de mis risas acarreará que un católico tenga que asistir al psicólogo o se quiera quitar la vida. Por el contrario, sus monsergas homofóbicas sí han conseguido que más de un homosexual haya salido de los confesionarios con deseos de quitarse la vida o pensando que tener relaciones con una persona de su mismo sexo es un pecado capital que sólo merece la muerte.

Ninguna de mis risas provocarán que un africano muera de Sida por no usar condón. Ni mis carcajadas serán cómplices de pedofilia. Ni justificarán la violencia de género, ni ridiculizaré a ninguna mujer divorciada que esté muriendo en vida. Ni ninguna de mis risas dirán que la masturbación es insana y un “vicio” de tal envergadura que puede ser causa de parálisis cerebral.

Por desgracia, la vergüenza ajena que tendré que sufrir mientras una panda de reaccionarios aplauden las infamias, los insultos y el veneno papal no será bastante para que mi Gobierno piense que no se puede financiar con dinero público la visita del líder de la entidad que más daño ha causado en la historia de la humanidad.

Un pasado genocida, persecutor, pedófilo, saqueador y aniquilador contra quienes no tuvieran en Roma el fin de todos sus caminos. En Granada, por ejemplo, está la huella más cercana que los andaluces tenemos para comprobar cuál ha sido el modus operandi de esta institución odiosa que siempre pide perdón 500 años después de haber cometido el pecado.

Mientras los beatones y la jerarquía vaticana aplaudan como posesos las barbaridades que lanzará Benedicto XVI, Somalia y otros rincones del mundo seguirán muriendo por inanición. A la vez que en España se reduce un 23 por ciento el dinero destinado a la lucha contra el hambre en el mundo, se cierran ambulatorios y urgencias hospitalarias, se reduce el sueldo a funcionarios y suben los impuestos a las clases medias, las empresas patrocinadoras de la excursión de Susan podrán disfrutar de una bonificación del 35 por ciento en el Impuesto de Sociedades.

Es decir, que los patrocinios privados para “alimentar el espíritu” de los católicos irán también a cargo del bolsillo de los no católicos. Como si no tuviera bastante Susan para organizar la excursión con los 10.000 millones de euros anuales que recibe a través de los Presupuestos Generales del Estado o el superávit de 21 millones que tiene el Vaticano, gracias a fondos de inversiones, activos inmobiliarios y acciones en empresas de dudosa moralidad. Susan, yo no voy ni quiero que vengas. No con mis impuestos. Yo me pago mis excursiones.
RAÚL SOLÍS

lunes, 8 de agosto de 2011

La "entrevista" en Punto Radio.

Anoche estuvimos Antonio Torres, Carlos Rodríguez y una servidora en "Hasta que La Liga nos separe", de Punto Radio. Cantamos tres pares de cuplés, nos echamos unas fotos, echamos de menos hablar algo más para desplegar nuestra poca vergüenza.
En este enlace podrás escuchar (a partir de la mitad del corte) nuestra participación en el programa. 
Y aquí, podrás escuchar dos pares de cuplés. Del mamazo......

sábado, 6 de agosto de 2011

ENTREVISTA EN PUNTO RADIO.

Mañana domingo de 22 a 23 horas, nos entrevistarán a Antonio Torres y a mí como componentes del grupo Casapuerta.
En Punto Radio para toda Spáña.
En Madrid, 106.3

miércoles, 3 de agosto de 2011

El M15M, Peneadicto XVI y las agencias de rating (¿rateo?).

Junto a estas líneas, pueden observar cómo un miembro de las fuerzas de seguirdad de los mercados, perdón, del Estado, desaloja a una peligrosísima perroflauta de unos 55 años, con sus gafas terroristas, disimuladas al no llevar pañuelo palestino o rastas.
Bien, ¿por qué desaloja hoy la Policía Nacional la Puerta del Sol y no lo hizo aún cuando la Junta Electoral Central declaró ilegales las concentraciones en torno a las elecciones municipales y autonómicas? Es muy fácil de entender: ¡españoles, viene Peneadicto XVI!
Sí, amigos, es más importante para nuestro Gobierno evitar que el representante de una paloma en la tierra pueda pasear entre banderitas blancas y amarillas, rosaurios y escapularios, que el pueblo pueda llegar a decir lo que piensa a tan pequeño cabrón, representante de una institución que chupa de todos los Estados en los que pone su sucia mano, evade impuestos y leyes, protege y encubre a pederastas y bendice dictadores y golpes de estado.
Pero, claro, esto es Spáña, ese país en el que se arranca la bandera de una Comunidad Autónoma terrorista como puede ser Asturias del cuello de un chaval de 19 años, mientras se permite mantener a otro la roja y gualda con toro de Osborne y todo.
En cualquier caso, que no se preocupe nadie, ya velan por nosotros los mercados, subiendo nuestra prima de riesgo, que es algo así como que bajen el precio a un país al que le están obligando a vender.
Gracias al compañero Mack, ayer leí un artículo en el que el profesor Vicenç Navarro utilizó una analogía que me encantó, hablando de las agencias de calificación y de sus muertos tos. Imaginémonos que existiese una agencia internacional de control de los medicamentos y que esta, durante años, recomendase la Aspirina como medicamento para tratar las cefaleas, el cáncer, los embarazos no deseados y la impotencia. Y no solo esto, sino que recomendase una dosis de 83 comprimidos diarios. 
Después, cuando se descubra que esa posología llevaba a la muerte a decenas de miles de personas y que la agencia estaba recibiendo maletines de Bayern en los que se mezclaban billetes de 500 euros con informes falsos en los que se reconocía que aunque no fuese cierto, convendría a los miembros de esa agencia decir que ese medicamento valía para todo eso porque, según creciesen los beneficios de la compañía farmacéutica, así se verían incrementados los dineros en las cuentas corrientes de todos ellos.
Bueno, aceptado este escenario, cuando se descubriese el pastel, lo normal sería meter en la cárcel a todos los de Bayern, a Ribery, a Mathaüs, a Angela Merkel y por supuesto, a todos los directivos de la imaginaria agencia mundial del medicamento.
Pues con nuestras queridas agencias de calificación (las tristemente famosas Mody's, Standard & Poors y Fich, o como se escriban), con nuestros Gobernadores de bancos centrales, fondos monetarios mundiales, bancos mundiales y sus muertos tos (incluyendo a los amigos de los bancos que plagan los ministerios de economía, también el español, así como los asesores económicos de Moncloa) no ha sucedido nada parecido, sino que todavía se les sigue, no solo temiendo (en lugar de haber potenciado unas agencias que calificaran objetivamente y no convenientemente), sino que haciendo caso como si del antes mencionado papa de Roma estuviésemos hablando.
Vamos, que uno se queda con ganas de blasfemar. Y se caga solo en dios, cuando debería de cagarse también en el verdadero ser superior, amo de todo, el puto dinero.