- ¿Te has enterado de que te pueden poner una multa de 300.000€ por ir con capucha en una manifestación que se ponga fea gracias a la intervención de unos exaltados con cascos y porras?
- No, hombre, yo he escuchado que son 30.000 na más.
- Ah, bueno en ese caso (ironic mode-on).
- Es para que a algunos les entre el miedo y no se pongan agresivos.
- Igual, en lugar de engordar las multas y adelgazar la educación, la sanidad y todo lo que está para fomentar la igualdad de oportunidades entre los que son de distinta clase, habría que conseguir que por una vez, se tendiese hacia un mundo/país más justo y así evitar que nadie tenga que liarse a pedrás para defender sus derechos.
- Bueno, pero la culpa no es de los guardias.
- Eso, para otra discusión, que no es de lo que estamos hablando.
Esta conversación existió. Y me parece gravísimo ya que no era entre la hija de Florentino Pérez (coño, se ha muerto su mujer, Pitina; me caía bien. Al menos, mejor que el cabrón del marido) y el menda, sino entre dos obreras hijas de obrero y una servidora.
Al final, ni son culpables de la violencia en las calles los que van voluntarios a esa parte de la Policía Nacional en la que dar palos es gratis y, además, forma parte del modus operandi habitual; ni son culpables de las desigualdades los que recortan en educación, sanidad y pensiones mientras mantienen o engordan los beneficios de la Iglesia, las grandes fortunas y los políticos corruptos; ni es una provocación que Esperanza Aguirre haga su numerito por unos silbidos, mientras desoye el clamor de los docentes, los alumnos y los padres de ambos.
Hace un par de entradas dije que, una vez que han convertido en atentado animar a la violencia desde intennnés, sentarte y no levantarte cuando te lo diga un madero y, ahora, ir con capucha a cagarte en sus muertos..... me están dando ganas de atentar. Y cada vez más.