viernes, 12 de octubre de 2012

Cojontizar.

Ya has leído suficiente.
Oh, sí, amigos. Mientras el Ministro Wert se empeña en españolizar a los niños catalanes (aquí una nota; ayer en La Ventana de la Cadena SER, leyeron un Tweet que decía algo así "como Wert se entere de que en Andalucía le llamamos El Güé, nos españoliza también"), a mí, que me limpiaría el culo con cualquier bandera, incluso con la que, de volver, me enorgullecería en tanto que sería "republicana"... pues lo que me preocupa no es la falta de españolía sino la falta de cojones.
Lo de los cojones no es un tema nada de machotes ya que tengo amigas (Carmen es un claro ejemplo) cuyos cojones no están en bolsa escrotal alguna sino que se muestran en cada paso que dan en este mundo; mi Elenita es otro claro ejemplo. La falta de cojones es un tema muy lejos de esa tontería llamada hombría. Es algo que está en cada detalle de nuestra vida; está en nosotros cuando miramos para otro lado ante cualquier injustica; está en nuestro pueblo cuando no sacamos a los corruptos a hostias de nuestro Ayuntamiento; está en nuestra Comunidad cuando hemos permitido que La Rancia se vaya por voluntad propia (de Rajoy) en lugar de por la cantidad de patadas en el coño que sin duda merece; está en un país de mamarrachos televisivos admirados, de Chonis orgullosas de dar "ajco", de mediums que hablan con tos tus muertos, de gente que te critica por intentar que una Huelga General tenga efectos en contra de quienes causan las razones de las que tan cargados estamos al hacerla... Los huevos, en fin, como dice Juan Carlos Aragón Becerra, no es que los tengamos gordos, sino que carecemos de ellos.
Todos. Yo el primero, claro.
¿Cuantos de vosotros estáis dispuestos a todo lo necesario para cambiar las cosas? Yo digo que sí, pero no soy lo suficientemente valiente como para rechazar ciertas comodidades, aún siendo consciente de que tal vez sea la única forma de conseguir que la generación de mis hijos no sea la primera en la historia de la humanidad que ha tenido peor futuro que la precedente.
Me cago en dios y en la Iglesia, pero más vale que colabores con Cáritas para dar de comer al hambriento (cada vez más, mires para donde mires; real y figuradamente) que dediques tu tiempo en votar a los perros que nos están llevando a un mundo sin esperanza (a unos y a otros, tal vez no por igual, pero sí totalmente; infinito e infinito al cuadrado, me la suda a cual de los dos partidos que componen el PP$O€) o en apoyarles públicamente, antes incluso que a los de tu clase. Por cierto, idiota, perteneces a la clase obrera; ni clase media, ni hostias; eso no existe, te engañaron como cuando te hicieron comer una galleta presuntamente rellena de dios a cambio de un Amstrand o de una bici con amortiguador; dios sigue sin existir y ahora las bicis del Decathlon llevan muelles y los ordenadores son mejores (hasta se pueden ver muchachas y fútbol, lo más importante del mundo, por lo visto).
Bueno, que escribo pocas veces (que no poco) y encima insulto a los lectores (estos, sí pocos; no voy a usar la falsa modestia; si tienes un blog es porque entiendes que tienes algo digno de ser leído... o estás solo en el mundo y tienes miedo de solo hablar solo -¿porqué ese "solo" no lleva tilde?-; ¿hay alguien?). Si has llegado hasta aquí, o estás de acuerdo en eso de que a casi todos NOS faltan huevos, o eres un masoca que es capaz de aguantar que te pongan a caldo solo por encontrar fallos en mi discurso (aquí te remito a la primera línea, gilipollas), cosa absurda por obvios todos.
Salud, República y más escuelas.... cojonizadoras.

viernes, 5 de octubre de 2012

Salarios diferidos.


* Texto escrito por el menda para "El Palé", Boletín Mensual de la Sección Sindical de CCOO en LIDL-Madrid.

Los medios de desinformación hacen mucho hincapié en esa idea que siempre tienen en la boca (no es casualidad eso de manosear un concepto hasta convertirlo en verdad absoluta en la mente de la mayoría) de que los sindicatos no deben meterse en política.
Llevamos muchos años de movilización de la clase obrera, tanto individualmente como representada por sindicatos y nunca se ha intentado separar la idea de política y economía, de política y sanidad, de política y educación, de política y trabajo. Parece ser un ejercicio de desgaste hacia la imagen del político vocacional, del mismo modo que se disfraza a todo sindicalista de aprovechado, por el mero hecho de que hay aprovechados en los sindicatos ¡mira tú! Como si no hubiese gente de todas clases en todos los sitios.
Llevamos demasiado tiempo en esto como para no entender que es una estrategia orquestada para llevar a la práctica aquello que decía Franco “que los españoles hagan como yo, que no se metan en política”.
Pues no. Política es todo. Política es fomentar el gasto en quienes más lo necesitan... o en los amigotes grandes empresarios. Política es meter más niños en las aulas, quitar las becas o reducir el número de profesores. Política es retrasar la edad de jubilación, recortar las pensiones y bajar los sueldos. Política es permitir que las aerolíneas pongan en peligro las vidas de los ciudadanos en aras de un mayor beneficio. Política es, en definitiva, lo que mejora o empeora la vida de las personas día a día.
El artículo 7 de la Constitución Española de 1978 consagra a los sindicatos como organizaciones básicas para la defensa y la promoción de los intereses económicos y sociales de cuantos vivimos en este país. Por lo tanto, los sindicatos somos unas entidades sociopolíticas que contamos entre nuestras funciones con la de controlar e influir en toda ley que limite o amplíe nuestros derechos laborales, sociales o económicos. Por lo tanto, hablar de salarios es cosa de sindicatos, sí, pero no solo del salario directo que es aquel que cobramos cada mes quienes tenemos la “suerte” de estar a sueldo de algún empresario “modélico” de los muchos que andan por aquí, sino también el salario diferido, que es aquel que no recibimos directamente, pero que se destina (a través de nuestras cotizaciones, las cotizaciones empresariales y los impuestos) al bienestar común e individual de cada uno de nosotros. Como ejemplo, en las nóminas nos descuentan una parte de nuestro salario que, sumado a lo que cotiza por nosotros nuestra empresa, va destinado a tener una Sanidad que, remitiéndonos otra vez a la Carta Magna, es universal y gratuita.
Pues, bien, viendo esto ¿acaso no entra dentro de nuestros derechos como sindicato y de nuestras obligaciones como representantes de todos los trabajadores -afiliados o no a CCOO- vigilar que no se pierda poder adquisitivo o no se dejen de percibir partes vitales de esos salarios diferidos? Porque, que nos expliquen por qué cobramos menos de lo que debemos si encima tenemos que pagar por la educación, sanidad o seguridad de nuestros hijos, mientras ellos (empresarios, gobernantes y diputados), lejos de apretarse el cinturón, se suben los sueldos, aumentan los cargos de confianza y las comilonas a nuestra cuenta, mientras la clase obrera está cada vez más cerca de lo que muchos desean: que los hijos de los trabajadores vayan a la fábrica en alpargatas, en lugar de a la Universidad con zapatos.