domingo, 3 de noviembre de 2013

Esto no es "El Bolígrafo de Gel Verde".

No. Y eso no es malo (al menos en cuanto a que hacer una segunda novela tan distinta en muchos sentidos de la anterior). ¿Es bueno? Uf... Me gustó tanto "El Bolígrafo de Gel Verde" que hacer algo distinto no puede ser bueno.
Sí, vale, está mejor escrito aún. Está mejor narrado y el juego narrativo con el tiempo es impresionante. Además, no abandona esa manera de envolver con frases redondas, con Tweets lapidarios, con titulares en el mismo cuerpo de la noticia. 
Sí, vale, igual es mejor, pero a mí me gusta menos. ¿Por qué? Pues porque hace más daño.
Llamadme ñoño pero no me gusta pasarlo mal y, del mismo modo que lo hago con una película de miedo, por bien ejecutada que esté, por buena que sea la fotografía, el guión o la actuación de los actores.
Joder, si probablemente sea una de las mejores cosas que he leído. Pero no me gusta.
(Aquí hay un spoiler o como coño sea eso de que a partir de ahora hablo de cosas importantes y que, si aún no has leído este estupendo libro -¡coño, si aún no he dicho el título!-, este "Lo que encontré bajo el sofá" de Eloy Moreno, mejor deja esto para más tarde).
No me gusta que se "romantice" la infidelidad, que se idealice la mentira, que se retuerza la excusa moral hasta hacerla positiva. No encuentro (y llamadme exajerado) diferencia entre inventar mentiras para acabar con alguien malo (guerra de Irak o hacer trampas al tute) y justificar lo injustificable.
Y la protagonista de esta historia aprovecha la oportunidad para hacer lo que apetece antes que para hacer lo que debe. No está bien que se zumbe a un tío, por muy atractivo y de ojos verdes que sea. No está bien que, una vez hecho, lo repita, lo esconda y lo anhele. No está bien que se motive con ello, que busque infidelidades en su entorno, que le eche las culpas al cornudo porque lo que tenía hasta entonces no le satisfacía lo suficiente. No está bien que se despierte húmeda deseando repetirlo mientras se justifica con que el sexo con su marido se ha vuelto rutinario y aburrido aún cuando lo hacen (y cito) "cuando toca".
Seré romanticón, seré cándido, seré simplemente alguien fiel por definición, pero no encuentro justificación alguna para que lo que vive esta señora sea guay y termine mirando al horizonte (junto a lo fácil, junto a la seguridad que le proporciona guardar el secreto, callarse, no sincerarse) esperando volver a encontrarse al atractivo y salvaje toledano para... ¿qué? ¿volver a dejarse llevar? ¿volver a responder "vale"?
Eloy Moreno es un pedazo de escritor que no deja indiferente al que se atreve con sus escritos. Me encantaba su blog, me encantan sus libros y me encanta esperar que llegue el día en el que vendrá desde Castellón a Madrid para la firma de libros. Ese día le daré el abrazo que no me atreví a darle cuando le conocí personalmente; nunca pensé, a pesar del mundo Sáquida, que hubiese un purgatorio entre el Infierno de la realidad y el Edén de lo virtual.
Insisto, Eloy Moreno es un pedazo de escritor y no deja indiferente. Me lo ha hecho pasar mal mientras duraba la lectura de su libro. Durante las horas que tardé en leerlo. Lo empecé una mañana y no era de noche cuando lo había terminado.
No llovía. Aún así, todo se veía borroso. Diferente.
No llovía. Aún así, no habiendo rimas, había poesía.
Gracias, Eloy, por regalarnos este pedazo de libro.
Espero que no te decepcionen mis torpes letras. Un fuerte abrazo, compañero.