domingo, 14 de febrero de 2016

Prensa y basura: no son (siempre) lo mismo

Al leer el tratamiento dado a la "noticia" del cambio de cara de Flavio Briatore por parte de la prensa deportiva en general y la especializada en deportes de motor en particular, me ha costado muy mucho titular así este artículo de opinión.

Fuente www.dagospia.com
Tal vez resulte osado decir esto cuando me dispongo a ciscarme sobre un gremio al que, creo, no pertenezco, pero que en el caso de hacerlo, lo haría mediante intrusión no cualificada. Pero, vamos, que no me tiembla la mano, quizás por aquello de que la ignorancia es osada, quizás porque vivimos en un mundo fallido en el que vivir es malvivir, y disfrutar es mirar hacia otro lado. De hecho, lo más cómodo para alguien como yo, con suficiente velocidad para sacar una crítica ácida sobre cualquier cosa, para alguien con una falsa coraza de "echao p'alante", hubiese sido reírme en caliente de las publicaciones que hacían noticia de la anécdota, o que "salsarrosizaban" un mundo que ya de por sí, tiene menos deporte del que nos gustaría a quienes nos apasionamos con él y que vive inmerso en una presuntamente necesaria nube de exclusividad, que en demasiados ocasiones deriva en prostitución. Normalmente, hablaríamos de prostitución como licencia poética refiriéndonos a la fría comercialización con regímenes de dudosa moralidad, pero también lo podemos hacer literalmente (sin hacer juicios de valor al respecto, por cierto) sobre la mercantilización de la salud, el tiempo y el físico de unos deportistas a cambio de dinero y de promesas de servicios a cambio de un dinero que tal vez ellos ni vean. Tampoco vamos a alargar esta metáfora, porque acabaríamos hablando de proxenetas, de chulos.

Volvamos al inicio del asunto. Don Flavio Briatore (no sé, o tal vez sí, cómo hemos pasado de aquello a esto...) se ha operado la cara. Cierto es que ha cogido en una temporada sin sal en cuanto a noticias interesantes sobre El Gran Circo, unas semanas en las que sólo se pueden alargar rumores que se arrastran desde antes de que terminase la pasada temporada, y que se acabarán confirmando o desmintiendo en otro puñado de semanas. Cierto es que, como hemos indicado antes, hay varias figuras presuntamente glamurosas que vierten un halo de estilazo al Paddock. Cierto es también que el personaje en cuestión, como que cae bien, es como el tío canalla del que uno disfrutaba de pequeño en las cenas navideñas, no porque cayese bien, sino porque ponía nerviosa a tu madre, que decía que era una mala influencia para ti mientras pensaba que era una mala influencia para tu padre.

En esas estábamos, en un Flavio Briatore que posiblemente se ha hecho unos arreglitos estéticos, cuando vemos a los grandes medios publicando esta historia (adornada, por supuesto, con rostros y cuerpos femeninos y jóvenes que han acompañado tantas veces al italiano) como si fuese la abdicación de Felipe VI o el acuerdo entre PP y PSOE para tuertear en el país de los ciegos. Y, claro, aquí hay varias opciones para las publicaciones pequeñitas con pretensiones: la que muy dignamente ha tomado SomosF1 o la que han tomado muchas otras a las que no pienso enlazar, probablemente porque puede que algún día sea yo el que se prostituya en ellas, pero principalmente porque algunos compañeros están o han estado (o, insisto, probablemente acaben estando) en alguna de esas webs que han atacado con sus hordas de voluntarios becarizados (que, desgraciadamente, no becados).

Pues, eso. Que me enorgullezco de pertenecer a un equipo que unánime y felizmente rechaza meter información de relleno, que prefiere no publicar nada que publicar mierda. Además, vengo de un día en el que he visto en las noticias de la tele varias cosas que me han hecho decir "vaya mierda de mundo estamos construyendo en el que el pensamiento de nuestros adolescentes, al igual que sus aspiraciones, van por detrás de las que tuvieron en su momento sus padres"; unas noticias en las que se señalaba que aumentan los asesinatos machistas; que las niñas ven normal que sus novios les quiten el móvil para ver a qué se dedican; que niños de 11 años saltan por una ventana al no aguantar su situación en el colegio; noticias que me hacen sentir que comparto planeta con gente que prefiere mandar a un inocente a la cárcel, frente a la alternativa: que un sospechoso quede libre ante la ausencia de pruebas de que sea un violador, sólo porque pertenece a esa ambigua categoría de "sospechoso habitual". Más valdría que, aunque sea con pequeños gestos diarios, contribuyamos a cambiar lo que no nos gusta de nuestro mundo. Por eso no quiero que publiquemos basura.

Es mi decisión. Dicho esto, que cada cual haga lo que quiera.

Redactado por Antonio Santiago.