viernes, 6 de octubre de 2017

Veo una fotografía que no hice yo

Hoy,
he decidido trabajar hasta tarde,
desde casa, porque sí,
porque así hoy será más fácil dormir.
Y no, no es que no duerma,
que lo hago como un bebé,
simplemente es que hoy quiero dormir rápido,
sin pausa. Hoy, quiero soñar.
Ahora, si cierro los ojos,
veo a gente mirando sus móviles,
mirando tapices, suelos y techos,
no directamente, sino a través
de la pantalla del celular.
Y te veo a ti, claro.
Suspiro por esos ojos, grandes y verdes;
grandes, no sólo por su tamaño;
verdes, no sólo porque así me lo dices.
Me marean tus labios,
perfectamente delineados, puestos ahí
como muestra de lo que deben ser,
como recuerdo del fruto prohibido.
Bajo más la mirada y encuentro ese cuello,
esa islilla (bendita polisemia)
en la que quiero naufragar,
ese hombro sobre el que deseo dormir,
sobre el que deseo soñar.
La cámara, esa a la que miras,
pena que no sea a mí,
me esconde tus bellas manos,
esas que tan lejos tengo,
esas que sueño acariciar
mientras paseamos,
otra vez.

Guitarra

El cariño del artesano que,
apartando con cuidado el serrín,
pare el instrumento.

El quejío de cada hombre al que
le ha sabido la boca a sangre.
Cada canción de una madre
entre besos a sus hijos.
Una hora tras otra de estudio,
en la soledad de unos ojos cerrados.
Todo, nada. La angustia que acompaña
a la creación. Esa sensación...
no se puede describir con palabras,
sino con arpegios, rasgueos,
notas que se alargan.
Y un golpe
que para el tiempo,
el universo entero atento al siguiente acorde.

Guitarra hecha de nobles maderas,
cuánto ofreces, cuánto quitas.
Esa lucha que se produce dentro,
en las costillas de este bello instrumento
que sólo necesita afición
y afinación para ser nada,
para valer todo. 

Escribir en ti

Quiero recorrer tu sonrisa con mis labios,
no porque digas que te gustan,
sino porque no quieren estar lejos de ti.
Anhelo el momento en el que
mis dientes disfruten tu cuello, 
porque intuyo que es el único bocado
que les hace sentirse útiles.
Deseo ¡tanto! recorrer tus secretos
con la mano izquierda, exprimiendo
tus gemidos con suavidad,
suavizando mis caricias con firmeza,
interpretando con genio esa magistral pieza
que acompaña tus aromas.
Voy a cantar con mi lengua tu cuerpo, 
sin dejar de ejecutar ni una nota,
explorando cada milímetro de tu partitura,
pasando una vida entera en tu boca
cuando la mía sepa a ti, volviendo
al centro de tu placer cuando me robes
ese sabor que aún no tengo,
pero que sé que es mío, mas aún no llega
porque todavía falta un compás.
Y todo esto que digo, amor mío,
quiero escribirlo en tu suave espalda,
pues no es sino para eso que ella existe,
no es sino para escribir en ella
y en mi guitarra para lo que tengo uñas.

Juntos

Me sorprendes con cada palabra,
con cada reacción, con cada gesto,
cada sonrisa, cuando te sorprendes
al decirte lo que me haces sentir.
Me sorprendes... y me transformas
con cada una de las cosas dichas,
con cada una de las cosas calladas,
con cada uno de las cosas soñadas.
Me transformas en alguien que aún
no conozco pero que ves en mí y,
qué coño, no soy nadie para llevar
la contraria a quien ha visto en mí
sin que yo se lo enseñe, lo que soy.
Me descubres porque estoy expuesto,
por que sólo soy yo de verdad
a la verde luz de tus grandes ojos,
porque mi piel sólo es suave
bajo el tacto de tus tiernas caricias,
porque mis uñas sólo hacen música
cuando se hunden en tu espalda.
Siento
que, del mismo modo que recitamos aquel
"mi todo",
juntos,
escribiremos cada día el poema inacabado
que con tus risas harás canción.

Eres

Eres sueño recurrente,
cálida brisa que me envuelve,
mantita en el invierno,
caricia ejecutada con maestría.
Fuego en las frías mañanas,
incomparable atardecer gaditano,
abrazo que rompe la soledad,
mordisco de advertencia.
El viento de tus eses,
la sonrisa de una niña,
el abrazo de una amiga,
la mirada de una amante.
El pecado que me llama,
la llama que me templa,
el agua que me moja,
las piernas que me abrazan.
El polvo que no termina,
en el que no te conviertes,
quien nunca se irá,
quien cada día volverá.
La amante con anillo,
la nocturnidad con alevosía,
el orgasmo exigido,
cabecero con barras.
La risa repentina,
el ataque certero,
el tino en la diana,
mi Edén, tu manzana.