martes, 26 de diciembre de 2017

Felicidades, mamá 2017

Mamé de ti hace mil años,
Una fría noche de noviembre y,
Chache me llamaron tus otros dos
Hijos, tu niña Coral y tu Javi
Atentos siempre a prestar un oido
Sin que sea necesario pedirlo.

Fue la mía una infancia rodeado de ti,
Entre tus carreras frenéticas
Liada con mil cosas, liando dos mil más,
Iluminas al mundo con tus cosas,
Con tu idioma, con el almudeno,
Idas de olla a tiempo completo
Desde siempre, hasta todo el rato,
Aliada, demasiadas veces, del problema
De la mujer española de mediana edad,
Esa queja entre el servicio, esa entregas
Sin pedir nada a cambio.

Mas, cuando quieras loquear,
Abrir ventanas, airear nuestras movidas,
Morirnos de risa por cualquier cosa...
Aquí está tu Antoñito. Te quiero, mamá.

Felicidades, mamá 2016

En plenas fiestas,
casi disimuladamente,
la mujer de la que fui vida
cumple un año más.

No siento haber estado nunca
a su altura aunque la adolescencia
y, ahora, la vuelta a casa, me hayan
hecho creer más alto,
aunque mis locuras sean de traca,
no llegarán nunca a las suyas.

Es alguien especial y
espacial a partes iguales,
la amenaza constante de frases geniales
y la ya abuela que mete cinco euros
en el bolsillo a traición.

Hoy, que la vida me ha llevado
a tiempo parcial a la habitación
que me vio crecer,
estoy disfrutando de unas cuantas "almudenadas" extra.

Una cositas de mi madre querida
que "en condiciones ideales"
me habría perdido... lo que me lleva
a pensar que todo pasa por algo y que
no cambio muchos de estos momentos
vividos por mil cosas o casas.

Te quiero, mamá:
no cambies nunca,
y menos si te lo pido yo.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Qué bonito será

Qué bonito será ¡ya lo es!
entrar en lo que sólo es una casa
y en un ratito será un hogar
en el que vivir mil historias,
incontables risas,
innumerables buenos momentos,
innombrables placeres musicales,
carnales, culinarios, literarios, secretos.
Esto nuestro, esto tan nuestro
que todo lo abarca, que todo lo puede,
no se puede vivir desde fuera,
no se puede contar sin vivirlo,
no se puede enumerar sin reír,
no se puede nombrar sin estar,
no se puede disfrutar sin la libertad
de que cada cual elija encadenarse
a este lado de esa puerta abierta.
Una puerta que nos dejaría salir...
si estuviésemos tan locos
como para querer hacerlo.

Fíjate

Fíjate.

Ahí está,
en el lugar en el que Calixto
se enamoró de Melibea.

Fíjate como ella,
la portadora de la belleza más integral,
poliédrica, interior y exterior,
la que ve belleza donde otros ven sólo cáscara.

Fíjate cómo disfruta del tulipán más atípico del jardín,
de aquel menos llamativo,
del más impuro de todos ellos,
del que lleva una sola mácula
porque todo en él y en sus colores es confusión.

Fíjate y mira
cómo le indica al resto de flores que ese,
si ella quisiese,
sería arrancado de la misma tierra que le da vida
y correría tras ella sólo por verla desde ahí.

Mira cómo le ata a ella con sonrisas, sin cuerdas;
cómo le cuida sin tocarle; cómo le protege sin reja alguna;
cómo le serena con rabia; cómo le posee sin comprarle;
cómo le ama sin conjuro a Plutón;
cómo le conoce sin Celestina.

Y el raro tulipán,
ese que se admite de ser el elegido entre tanta flor,
simplemente la mira.
La admira.
La ama.

Bello es aquello que se ama

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Tienes todo eso que quiero

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Eres culpable

Porque tú, tú tienes la culpa de todo,
de enamorarme a cada momento,
del efecto que provocan tus sonrisas,
de matarme con cada puta mirada,
de clavarme puñales con tus dedos,
de mojarme con tus ganas,
de reírte de las mías...

Entonces, si lo sabes, si conoces mi debilidad
¿cómo no enfadarme contigo cuando callas,
cuando me niegas una palabra, un suspiro,
medio sueño, cuando descansas,
cuando te enfadas, cuando duermes?

¿Cómo quedar en calma si eres tú
la fuerza que me desata,
la cuerda que me amarra,
las alas que me liberan,
las uñas que me arañan,
las ganas que me ahogan,
el aire que me falta?

Café solo sin tilde

Por favor,
Póngame un café solo,
Solo con hielo, para que se vaya
El frío con el que me desarma,
El que me trae su ausencia,
El que deja cuando está a mi lado,
A cinco mil kilómetros de mi mano,
A un mundo de mis brazos.
Un café con el que se vaya el sueño
Que me encadena a a sus bellos y largos,
Largos dedos de pianista,
A sus labios recortados por la clave
De sol que da forma a mi vida.
No me ponga nada más, pues huyo
Del licor que me ofrezca el fuego
Que me niegan sus versos,
El que me quema de deseo,
El que me hace sentir pequeño,
Del que nunca me siento digno.
Y no, no quiero pastas, bizcochos
Ni pasteles, mas sí esa tarta
Precedida de la canción aún no escrita,
Del anillo aún sin forjar,
Del oro sin blanquear,
De un sí quiero que consiga
Que deje de ser fracción.
Quiero eso, todo, sólo,
Esta vez con tilde,
Sólo seguir sintiendo frío
Cuando me rozas sin avisar,
Sólo sentir calor cuando me abrazan
Esas lindas y largas piernas.
Póngame uno doble, como los suyos,
Como los nuestros,
Como esos cafés que siguen
Y, mientras queramos,
Seguirán calentando Esto Nuestro.

Aforismos IV

Si tus dedos me llaman ¿Quién soy yo para no ir?
Si tus labios me sonríen ¿Cómo no ser feliz?

Aforismos III

Dios no existe, me lo ha dicho Él.

Aforismos II

En esto consiste el amor, en estar encadenado voluntariamente a Esto Nuestro.

Aforismos I

El mundo es esa máquina que siempre se mueve, pero que rara vez funciona.

Tu tatuaje

Qué equivocada estás cuando dices
que él es el ancla, que ella, tus alas.

Qué dulce el error cometes al creer
que la sirena que te mantiene
a flote tiene alas y el soñador
que te hace volar, te sujeta.

Qué secreta es mi envidia
por el amor que reciben de ti,
por la admiración que te profesan.

Qué rabia no sabernos desde antes.

Qué bonito el amor
que se degusta tras nuestra puerta.

Qué belleza que lo sepas.

Tus alas son esos ojos
que te amarran contra el cielo.
Tu ancla, las alas de una sirena
que te vuelan hacia tierra.

Me has pasado

¿Te has sentido libre alguna vez?
Yo sí. Hay personas, letras, canciones,
conversaciones que me hacen sentir yo,
que me hacen sentir libre,
que me hacen sentirme.
Y es algo que me hace sonreír, suspirar, vivir.

Me voy a dormir con la sensación
de que me HAS pasado algo muy bonito.

Mi Manu

He aprendido que en el amor no existen,
como en el resto de cosas importantes,
los para siempre.

He aprendido que es algo más bello
si lo renuevas cada día,
que hoy haya un te quiero
y que este, sea nuevo,
por algo más que ayer,
y por lo mismo.

En lo bueno y en lo malo, dicen.
En la salud y en la enfermedad.
Sí, llevarán razón, supongo.
Lo que pasa es que,
hasta que la muerte nos separe,
como eslogan es cojonudo,
pero se queda corto,
porque si el amor es total e incondicional,
entonces merece llamarse amor,
entonces trasciende a la muerte.

Si es cierto que hay algo después,
allá donde quiera que esté,
seguiré queriendo con locura a mi gente,
a quienes me quieren a pesar
de mi absoluta imperfección,
a pesar de que lo único que pueda darles
hoy son besos y abrazos,
a quienes confían en mí
mucho más de lo que lo hago yo,
a quienes me quieren
y quieren a mis hijos
como si fuesen de su propia familia.

Dicen, también,
que los amigos de verdad son
esa familia a la que has elegido,
así que es inevitable pensar
que tengo en Manu otro hermano.

Es, junto a mi almohada,
la persona que más veces
me ha visto llorar de alegría,
de emoción y de dolor,
quien nunca ha guardado nada para él
si lo ha podido compartir conmigo,
quien me ofrece una silla
en la mesa de su familia
en la cena más familiar del año,
a quien me hace sentir en casa
allá donde esté junto a mí.

Por todo esto,
por todo lo que vendrá y,
lo que es más importante,
porque sí, le quiero con locura.

Para ti, hermano,
van estas letras mal juntadas,
porque es lo más valioso que tengo,
porque has estado Gaditaneando conmigo
incluso antes de que supiésemos
que eso tan bonito que estábamos pariendo,
nos iba a hacer felices en cada momento,
en cada ensayo, en cada búsqueda.

Felicidad y amor.
Nada más. Nada menos.

#mehacesmuyfeliz

Caminando a tu mudanza

No podía ser de otra manera...

Calzo mis cascos, calzado cómodo,
reúno ganas para salir, acudir
a ese remanso de paz en el que vive,
en una preciosa atmósfera, casi,
casi probando el sabor de ese,
el ambiente tuyo del que me hablaste
entre nuestras risas de aquel día trece,
nuestro día uno.

Y aquí me hallo (gracias,
también por esto) escuchando
una guitarra que hoy no me apetece
tocar, porque huele a tu cuello.

Aquí, donde el destino me vuelve
a traer, a la esquina donde nos dimos
el que temía último beso, Él, vuelve
juguetón a sonreír a mi costa, vuelve
a traerme un poema, esta vez
sin tu voz, esta vez, en la pleamar
de Alberti, en la de Miguel Bosé.

Lo siento, lo he oído, pero no escuchado.

No podía ser de otra forma,
todo esto, esta página que hoy pasamos
me dejó un buen sabor de boca.

No podía ser de otra forma,
tu buen sabor en mi boca.

Alma

¿Ves? Sólo descanso cuando llego
a la respuesta que me haga cuadrar.

¿Te das cuenta? Una vez más, equivoqué
mi camino, confundí los porqués,
llegué a conclusiones erróneas, por esa
distinta manera mía de sentir.

Ya sabes, (no lo diré, menos aún, escribiré
las cuatro letras que me mueven)... ya,
ya sabes, decía, que escribo sin pensar,
porque mi manera de hacerlo, la razón
contra mis sentiemientos, me ha llevado
siempre lejos de mí, lejos de ti, más si cabe.

Escribo mientras escucho esta música,
esta sencilla forma de matar mis preguntas.

Al escuchar estas notas, mientras trabajaba,
pensé en aquella vez primera que el trémolo
se dibujó en tu sonrisa, el primer asomo
de aquel pecado original por el arte de pecar,
aquella primera vez de miles, en las que,
tonto de mí, acabo cambiando de tema.

Entonces, hace nada, preguntaba por qué
el que con tanta maestría toca esos tresillos,
que, cosas del flamenco, son cuartetos,
él, que tan bien toca el limpio instrumento
que ofrece la libertad de mí, a mí...
Por qué, quien compuso esa belleza,
le puso "Alma" en vez de "Calma".

¡Qué tonto fui! !Estaba claro!
lo que precede a nuestro trémolo,
es una Taranta, un palo en las costillas
de los mineros, de Jaén hasta Almería.

Un palo, este, que junto a la Soleá,
duele en el alma si lo escuchas
en la voz de una guitarra,
si lo escucho solo. Sólo. Contigo.

Intro & Alma

Porque, aunque no lo creas,
aunque te gustase y sonrieses
pícaramente por la explicación,
el arte, el corazón,
el sentimiento en un trémolo
se aleja de lo obvio, de la técnica,
de las uñas de la mano izquierda.

Lo que hace bello a un trémolo,
ese pellizco que otros tienen,
es la habilidad de esa mano,
la suave, la desnuda, la izquierda.

Camino al Alma

Calla, cierra esos preciosos ojos.
No hables, no, sólo escucha, sola.
Es de la guitarra de dónde nace todo,
nuestro sol, nuestro son, lo que soy,
la suma de ancestrales dolores,
millardos de fiestas, vinos, risas,
infinitos ayes, incontables oles...

"Y eres agua en el desierto,
que clama mi sed,
abrigo en el invierno,
un bello atardecer.

Por las noches no duermo
¡ay, ay! me robas el sueño".

— estoy viajando a la belleza...

Roma

Roma. Roma...

Como si de una conspiración universal se tratase,
todo me lleva a ti, a nuestras conversaciones,
sonrisas y emociones mezcladas en esto,
esto nuestro que tanto huye de la razón,
razón por la cual (mi niño, siempre jugando)
nos seguimos sintiendo cerca,
aunque de forma rara, distinta,
no distante...

Roma, una de tantas ciudades
por descubrir para mí, sin ti,
"yo no sé mañana" si será contigo.

Como el norte de Portugal, o el sur,
Córdoba, desde donde el maestro,
en su casa, te regala su Roma.

Como Florencia, una ciudad que siempre
me sabrá a ti, a Renacimiento, a que
los para siempre no nos pertenecen,
pues son del tiempo, a que "¡ay mío!"
los amores de verdad, serán siempre,
son inmortales. Como Roma.

Mientras escriba, mientras sienta,
durante las vidas en las que sueñe y
siga sonando a la guitarra que huele a ti,
siempre que de mí salga un poema,
estarás aquí, conmigo.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Anduve perdido

Anduve perdido por caminos pedregosos,
yo, que siempre fui quien se orientó,
vagaba por lares inhóspitos
en busca de algo que no ha de buscarse.

Deduje, después de algún tiempo,
de lágrimas y gritos, que algo estaba mal,
que el amor, igual que el éxito,
no es algo para lo que sea necesario sufrir,
que un objetivo tan bello,
no debe llevar el peaje del dolor.

Entonces, cuando me curé,
cuando las heridas que creí necesarias
y merecidas, estaban ya sanadas,
conocí un nuevo vehículo para mi sentir,
un medio por el que por fin,
fondo y forma viven en comunión,
dándome lo que quiero,
sin necesidad de buscarlo.

Un medio con el que lograr mi fin,
una forma de escribir mi alma
con tinta de corazón.
Un medio, tus letras,
que llevan ¡al fin! a amar.

Yo, exigente para siempre con el amor,
alguien que no negocia emociones,
alguien que pensaba que sabía lo que quería,
reconozco humildemente mi error,
pues no quiero que me completes,
pues nací entero,
no quiero que me cures
de heridas que no me hiciste,
no quiero consuelo,
pues lo encuentro en tus labios,
no quiero buscar, pues ya te he encontrado,
porque, al final, amor,
lo único que quiero es
perderme en esa salvaje selva,
en la mar esmeralda de tus ojos.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Todo encajó

Llegó en el mejor momento,
en el suyo,
entre lo que pensé que eran bromas y,
tal vez, sea lo más serio que haga
en las próximas veinte horas...
o veinte vidas.

Llegó cómo llega lo bueno,
por sorpresa,
como una estampida calmada,
como una tranquilidad de mal asiento,
entre oxímoron y poema,
entre canción y canción.

Llegó para quedarse,
pues aunque el martes no llegue,
aunque la niebla no se disipe,
aunque cualquier meteorito
de los que no se ven, arrasase la tierra,
esto, lejos de aquellas tontás comillas,
esto, esto, esto es de verdad.

Deseo que llegue mañana,
deseo que llegue Florencia,
deseo que llegue un vago domingo de cualquier noviembre.

Deseo, como mi pero, siempre en la boca,
tal vez para no gritar otras palabras.

Y, de repente... todo encajó.

Si cierro los ojos

Si cierro los ojos,
recuerdo tu olor,
aroma a guitarra flamenca,
a polvo de ciprés.

Si abro la boca,
me sabe a tu nombre,
te llamo ¡ven!
¡ven conmigo!

Si toco el vacío junto a mí,
en mi cama, pienso que ese,
tu lado, se llena con tu ausencia
cuanto más recuerdo
lo que nunca tuve.

Mi oído,
también busca tus eses en el aire,
tu agradable risa,
esa voz que todo lo llena.

Mi corazón,
que estaba casi recompuesto del todo,
anhela lo que nunca tuvimos,
resquebrajándose a cada paso,
con la esperanza de que
esos largos dedos
vuelvan a jugar en él,
de que esos bellos labios
se llenen de fabulosas muecas,
de que tu linda nariz
baile al son de tus verdes ojos.

Si, después de pensarte,
abro los míos,
cuando le pregunto a esa lágrima
si cae por ti o por mí, ella,
ágil como tú lengua,
hábil como mis manos,
me recuerda que llora por ti,
llora por mí,
pero que es una gota de alegría,
por lo que fue, lo que podría ser.

Porque, como una vez te leí,
antes de quererte,
tal vez sea el futuro
el lugar en el que nos toque vivir
esto nuestro.

Otra fotografía que no hice

Ahí estaba, en un sofá.
Lástima que mi daltonismo
no me permita describírtela, amigo.
Sólo sé de verdes ojos, rubio cabello,
de su rojo carmín enmarcado por
una hipnótica letra eme mayúscula.

Sólo se, querido amigo,
de sus negros transparentes,
que dejan entrever unos secretos
que lo son para mí,
una expresión que desconozco,
tal vez por ser lejana en el tiempo o
en las cuitas.

Reconozco, hermano mío,
que parece muy distinta, más fuerte,
tal vez, pero que esta y aquella,
me dejan sin respiración por igual,
porque además de perderme con sus besos,
me muero con sus sesos.

No, hermano, no hagas trampa,
no quieras saber cuál me gusta más,
puesto que a esta no puedo acercarme
y a aquella, entonces no hubiera mirado.

Creo, mi fiel compañero,
que al fin y al cabo,
el destino nos cruzó,
acercó nuestros corazones,
y el destino también es culpable
de que se nos pierdan tantos besos.