Ayer, en el debate sobre el estado de la Región, la Presidenta de todos los madrileños dijo que iba a "eliminar a 2000 liberados sindicales de la Administración Pública".
Tiene miga el asunto. En 2008 había 415.000 empleados públicos de la Comunidad de Madrid. Durante los últimos siete años, ésta (esta señora, quiero decir) ha firmado diferentes Convenios Colectivos (pocos; ya he escrito en repetidas ocasiones que hay alrededor de 150 Convenios pendientes de firmar sólo en Madrid), entre otros los de los trabajadores públicos, los funcionarios.
Estos funcionarios, sus representantes, sus Delegados, sus Comités, estamparon su firma junto a la de Doña Esperrancia en un Convenio que, entre otras cosas, se ampliaba el crédito horario que le correspondía a cada Delegado. Según las leyes (LOLS, Estatuto de los Trabajadores, Reales Decretos,....) hay un mínimo de derechos para los trabajadores, abriendo la puerta a posibles acuerdos que mejoren éstos mínimos, nunca pueden empeorarse. Pues en los convenios que regulan el trabajo en las Administraciones Autonómicas las partes (trabajadores y patronal) llegaron al acuerdo del que hablaba antes, de ampliar el número de horas sindicales. Como la Ley regula la posibilidad de que se acumulen las horas de cada uno de los delegados y se distribuya flexiblemente ese crédito horario, en algunos casos (porque hay algunos delegados que no precisan utilizar su crédito horario en su totalidad o ni siquiera necesitan coger una sola hora por el tipo de trabajo que realizan) algún o algunos de los delegados acumulan horas suficientes como para que su crédito equivalga a su jornada de trabajo íntegramente. A esos se les llama liberados (bueno, los "liberaos" según nuestra castiza Presidenta).
Vamos, que va a volver a hacer con todos los trabajadores públicos de la Comunidad de Madrid, lo que ya hizo con los trabajadores de Metro: pasarse lo firmado por el forro (sí, por el forro; sus incondicionales -nunca una palabra definió tan bien una actitud- dicen que "los tiene bien puestos"). Con los del Metro firmó un salario para este año y se sacó un decreto con el que se lo bajaba; firmó un Convenio Colectivo con todos los funcionarios dependientes de su Administración y lo cambia también unilateralmente. ¡Y dice que lo hace para cumplir la Ley! ¿Qué ha hecho los 7 años anteriores? ¿Incumplirla a sabiendas? Eso se llama prevaricación.
Pero lo grave del asunto no es que vaya a hacer lo que dice que va a hacer, sino que lo sustenta en mentiras.
Insta al mundo mundial (en especial a Zapatero por un lado, y a su partido por otro) a abandonar las políticas Keynesianas para abrazar el Liberalismo Económico porque según ella, es la única doctrina que funciona.
Aquí, se podría hablar del gusto por las doctrinas que tienen nuestras gentes de derechas o de lo bueno y lo malo del Keynesianismo, pero será más concluyente hablar sobre lo que es el Liberalismo Económico. Esa cosa es lo que se estudia en Económicas en las Universidades privadas (copadas casi unánimemente por lo más "moderado" de la Iglesia Católica; Opus Dei, los Legionarios de Cristo, los Marianistas; gente fina, vaya), pero que está basada en una gran mentira. Los más eminentes economistas del mundo niegan que el Neoliberalismo sea siquiera una teoría económica científica. Además, todos y cada uno de los reguladores (FMI, BM, BCE,...) y de las empresas calificadores que nos han llevado a la crisis financiera y económica mundial, todos, siguen las doctrinas Neoliberales. Todos quieren, al fin y al cabo lo que dejó para la posteridad Grover Norquist, asesor económico de Bush en 2004: “No quiero acabar con el Estado; sólo quiero hacerlo tan pequeño que pueda ahogarlo en una bañera”.
Y en esas estamos. Hablan de los "15 millones de euros que el Ministerio de Trabajo paga a los sindicatos" cuando ese dinero proviene de partidas presupuestarias (que no han quitado cuando gobernaban) que emanan de diferentes Leyes (que tampoco cambiaron) que se resumen comparándolas con los propios partidos políticos: a mayor representación democrática a través de votaciones (a los sindicatos en las empresas, a los partidos en el Parlamento), mayor asignación presupuestaria para cada organización. Ésto, que es muy fácil de entender no se explica. Precisamente por eso.
Hablan también algunos voceros como Isabel San Sebastián de que los sindicatos mayoritarios no pueden decir "que nos representan, porque a mí no me representan ustedes". Pues mira, maja (esto es un decir, por supuesto), tu jefa, la jefa de Telemadrid, Esperancita, la de los calcetinitos, además de haberte regalado un programa en la televisión que pagamos todos los madrileños, hace eso porque es nuestra representante, aunque nos sintamos muchos a años luz de ella ideológicamente. Apunto lo de "ideológicamente" porque lo cierto es que coincidimos con ella en algunas cosas: muchos tenemos bastantes dificultades para llegar a fin de mes. Y eso que yo sí tengo pagas extraordinarias (este nombre sí que está mal puesto; mi paga no tiene nada de extraordinario). Hablo de la presunta no representación, porque mirándolo con prespectiva, Esperanza Aguirre, no es la presidenta de la gran mayoría de los madrileños, ya que sólo votaron por ella 1.590.109 de los 6.081.689 de madrileños, pero el 53,21 % de los que acudieron a votar, ésto es: la mayoría.
Hablando de subvenciones: los sindicatos mayoritarios reciben la mitad de lo que reciben las organizaciones empresariales para la formación de los trabajadores, pero nunca se habla de eso, conviene dar la imagen de que los sindicatos son unos vendidos y que no muerden la mano que les da de comer. Pues bien, el dinero que reciben los sindicatos mayoritarios de los presupuestos generales del estado, suponen sólo una cuarta parte de su financiación, ya que el 75% de los recursos de los sindicatos salen de la aportación de sus afiliados.
Y si el problema está en los cuatro hijos de puta que dedican sus horas sindicales a irse de vacaciones o a tocarse las pelotas en su casa, por mí pueden echarles a la puta calle; esos no son compañeros míos ni son representantes de los trabajadores. Si ese es el problema, tal vez podríamos hablar de los miles de enchufados que plagan los Ayuntamientos, las Comunidades Autónomas y los Ministerios, y cuando hablo de enchufados me refiero a los que están en un puesto por sus relaciones personales y no por sus capacidades profesionales. Hablo de los que se compran trajes y relojes con el dinero que sacan los constructores de las adjudicaciones a dedo que hace el enchufado de turno porque se lo indica su Concejal, su Consejero o su Ministro. Hablo de que la primera liberada de la Comunidad de Madrid, es su Presidenta. Y si no, que miren el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid.
Para finalizar, todos los que piensan que esta Huelga General gira en torno a que los Sindicatos Mayoritarios mantengan su status, mientras desconocen el contenido de las medidas de ajuste, de la reforma laboral y del planteamiento que hay sobre la mesa para la futura reforma de las pensiones; todos los que se han creído que esas medidas eran, además de efectivas, las únicas posibles; todos esos trabajadores que no piensan secundar la huelga (aunque luego no renieguen de los posibles frutos sacados de la misma) porque se lo han dicho en la COPE o en EsRadio, en Intereconomía o Libertad Digital, en El Mundo, ABC o La Razón; todos esos que se piensan que son de la clase media porque tengan un buen coche o un buen piso y que renieguen de su clase como asalariados que son, de la clase obrera, la clase trabajadora; todos, encuadran perfectamente en la definición de Tontos de los Cojones que nos dejó para la posteridad Pedro Castro, Alcalde de Getafe y Presidente de la Federación de Municipios y Provincias.
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