No voy a entrar en lo obvio más allá de lo que es la obviedad por antonomasia (que no sé que significa, pero parece ser algo así como "que te cagas"): Sara Carbonero está más buena que yo.
Pues bien, como la chica es maja, lo demás no importa. Da igual si ha dicho lo que muchos pensamos, que Cristiano Ronaldo es individualista y egoísta (como ¿casi? todos los goleadores), daa igual si es una buena profesional, da igual si sólo le faltan dos exámenes para terminar su carrera de periodista (carrera que no tienen la inmensa mayoría que comparten platós y estudios con ella, bien en el caso del deporte, bien en el de la mal llamada "prensa del corazón") y que si no los hizo en su momento, fue porque se marchó a Sudafrica para cubrir el Mundial de Fútbol. Lo que importa es que está buena. Bueno, y que es novia de Casillas.
El tal Pipi Estrada, un impresentable del que se conocen más detalles últimamente por su vida personal (impersonal, diría yo) o por su participación en la mierda de televisión que padecemos, goza de un gran prestigio en el mundo de la prensa deportiva. Ella, no.
Pensándolo bien, María Antonio Iglesias tampoco goza del prestigio que sus intervenciones públicas sin duda merecen, pero en su caso, no es por estar buena, sino por lo contrario.
Pensándolo mejor aún, el casi cualquier caso de mujer que tenga éxito, se debe, sin duda, a que se la chupa a su jefe, o es sobrina del director.
Igual no es un problema de la belleza exterior y evidente de Sara Carbonero, sino de la fealdad del interior de muchos de nosotros.
Ella, dará gustico, pero nosotros damos pena.
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