sábado, 4 de noviembre de 2017

CERN

Llueve.

Todo es gris.

Estoy dentro de un acelerador de partículas
que centrifuga mis entrañas.
Mis hadrones, colisionan, solos,
sin una mano que guíe su camino
hacia la inestabilidad más temible,
hacia la inseguridad más absoluta,
hacia el abismo inevitable
de tu presente ausencia.

Las serenas noches del calor lleno de caricias,
hoy se enfrían por sensaciones que
poco tienen que ver con el mes,
mas puede que sí con el día.

Experimentos que sueñan
con encontrar el origen de todo,
resultan un cúmulo de fríos datos
que calan los huesos de científicos soñadores,
de anhelos eternos de nuncas siempre.

Tu pelo,
otras mañanas tan perfecto que recuerda
a esos despertares artificiales del celuloide,
hoy me esconde tu deseada sonrisa.

Lluevo.

Estoy gris.

Llueve porque soy gris.

Pero ¿qué sabré yo de colores?
¿Por qué hablo de grises
cuando una sola sonrisa tuya
llena mi paleta de irisado amor,
rojo deseo, morada contención.

Blanca pasión.

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