Porque, aunque no lo creas,
aunque te gustase y sonrieses
pícaramente por la explicación,
el arte, el corazón,
el sentimiento en un trémolo
se aleja de lo obvio, de la técnica,
de las uñas de la mano izquierda.
Lo que hace bello a un trémolo,
ese pellizco que otros tienen,
es la habilidad de esa mano,
la suave, la desnuda, la izquierda.
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