Cuando no sé qué decir,
siempre hablo demasiado.
Si no sé cómo me siento,
acabo sintiéndolo todo.
Qué difícil me resulta estar
sereno, en mi lugar, puesto
que nunca sé cuál es, no sé
dónde encajo, si es que lo hago.
No, definitivamente, no sé
qué decir, no sé cuánto hablar,
no sé si hacerlo, porque,
y eso me da miedo,
sintiéndolo mucho,
lo siento todo. Todo.
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