lunes, 21 de septiembre de 2009

Manolo Saco, contestando a los que se sienten agredidos porque éste niega la existencia de Dios (él escribe dios)

“El cien por ciento de los que deseáis que yo desaparezca de estas páginas (algunos, hasta de este mundo) fundáis los motivos en una presunta inquina mía contra la Iglesia católica, inquina que hacéis extensiva a vosotros mismos, los creyentes, confundiendo el ataque a las ideas con el ataque a las personas que profesan las ideas, y negando de paso el derecho a los no creyentes a debatir sobre la existencia de dios y el comportamiento de los que viven de ese dios con una parte jugosa, por cierto, de mis impuestos. Sobre dios sé lo mismo que vosotros los creyentes, o sea, absolutamente nada. Sin embargo, para vosotros todo mi respeto. Siento de verdad que el debate sobre las ideas lo toméis como algo personal, pero debo recordaros que la humanidad ha progresado gracias a gente que ha puesto en duda ideas sagradas como las vuestras, negando que la tierra fuese el centro del universo, deduciendo que el propio universo surgió tras una colosal explosión, que no hubo un primer padre del que dios sacó una costilla para fabricarle una señora que le hiciese la comida y las camas y le lavara la ropa, sino una evolución selectiva de la materia desde los aminoácidos esenciales hasta el más exquisito rey de la creación, o sea, José María Aznar en persona humana, que la sangre circula por las venas, que el fuego, los rayos, los truenos, las inundaciones, las enfermedades no eran manifestaciones del mal humor de ningún ente sobrenatural, sino que tenían una explicación científica. Muchos de ellos, por poner en duda las ideas pretendidamente inmutables sobre las que se asentaba la bien engrasada industria de dios, fueron condenados a muerte en la hoguera y otros medios refinados de tortura. Así que permitidme que os diga que, ya que la religión se empeña en salir del ámbito privado para contaminar sin pudor la vida pública, debe estar dispuesta a afrontar la crítica como toda obra humana. Porque son las personas, como vosotros, y sólo las personas, las que son dignas de respeto. Pero no las ideas. Las ideas son buenas o malas, útiles o inútiles, pero ninguna es digna de respeto.
Ni siquiera ésta que os acabo de exponer. ”

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