Publicado en @Somos_F1
Enfermos de Fórmula 1, los locos de las carreras, nos llaman a veces. Normal. Al que más y al que menos, a veces se le va ligeramente (o no tanto) la cabeza (o la olla, depende del aficionado). Desconocemos si es por los altos niveles de ruido sufridos, por la atmósfera que se respiradebido a la mezcla de gases de combustión, derivados del petróleo (Pirelli, Bridgestone o Michelin, Goodyear para los viejunos, y Avon, Continental o Englebert para los historiadores -o los que son casi historia de este mundillo-) y colonias caras del Paddok.
Fuente Kazuhiro Nogi |
Del mismo modo, tampoco conocemos el origen de las pataletas que se traen los austriacos de Red Bull porque, tras cuatro años del dominio más absoluto (hasta que vimos estos Mercedes, claro), se olvidan de la marca francesa que les vendía los motores para que ellos los montasen en su sede inglesa, dentro de una fábrica que luchaba con el lápiz de un genio cuan mago con su varita, frente a los diabólicos diseñadores que ¡usaban ordenadores! Un lío, vaya... ¿A quién se le ocurre diseñar en papel en el mundo de la más alta tecnología? A un loco. O a un genio.
Lo dicho, el diagnóstico (de frenopático, más que de facultad de periodismo, cuando no son la misma cosa) es claro, aunque no tanto el origen. Nunca sabremos si las locuras vienen por estar la Fórmula 1 plagada de locos, o si los locos acabamos aquí porque nos dejan dar rienda suelta a nuestra pasión. Eso sí, si algo tengo claro es que, después de todas la vueltas que hemos dado (en Australia igual no, pero en tres carreras, luchando por los puntos; en cuatro días, al nivel de Ferrari; al final de temporada, habremos ganado carreras; el año que viene, se van a enterar estos de quién soy yo...), miedito me da la distancia a la que pueden estar los McLaren, los Honda, los McLaren Honda, del resto de coches que monten motores Ferrari o Mercedes. Locos nos podríamos quedar, si es que no lo estamos ya, viendo a Fernando Alonso y a Jenson Button incapaces de adelantar a los Manor de Will Stevens, Alexander Rossi, o el que quiera que lleve pasta suficiente para quitarle el volante a Roberto Merhi.
Antonio Santiago @soyelantonito
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