La desilusión y el cansancio permanentes al convivir con tantas injusticias como se cometen cada día en el mundo y la sobresaturación de información que asimilamos diariamente, tan difícil de procesar, hacen que nuestro nivel de indignación o de indiferencia ante los muchos conflictos que asolan al mundo dependan en gran medida de como los mass-media nos dosifiquen la misma. Motivos para sentirnos indignados los tenemos a puñados. Seleccionar nuestra capacidad para manifestarnos o movilizarnos es verdaderamente complicado. En unas ocasiones los focos de atención se han ido volcando durante los últimos años en el conflicto de los Balcanes, luego en las matanzas de Ruanda, posteriormente en la invasión de Afganistán e Iraq, y cada cierto tiempo en el conflicto en Oriente Próximo, donde cada cierto tiempo alguna intifada o algún acto terrorista provocado por alguna organización radical palestina, o alguna acción bélica del ejército de Israel contra los palestinos o en el Líbano se repiten con insistente constancia.
Un ciudadano que cree en la paz siempre deberá manifestarse en contra del agresor y en favor del agredido, sin que sea necesario tomar partido por ninguna de las partes en conflicto. Apoyar al más débil y al que más sufre y afear y condenar las acciones del más fuerte. Los palestinos tienen que soportar dos agresiones diferentes. Por un lado, unos dirigentes o bien corruptos o bien fanáticos o bien ambas cosas que sacrifican su dolor y su sufrimiento para obtener unos determinados resultados políticos. Y por otro lado las agresiones sistemáticas de la maquinaria política, propagandística, policial y militar del estado de Israel.
Cuando yo apoyo al pueblo palestino lo hago a aquellos que se encuentran oprimidos y sufren tantas penalidades y violencias y manipulaciones. Y no lo hago en contra el pueblo de Israel, lo hago contra su clase política, que de la opresión a sus vecinos y la vulneración de sus derechos como seres humanos, así como del miedo de su propio pueblo, sacan provecho para mantenerse en el poder en una curiosa mezcla de estado con apariencia democrática, pero también confesional y represor, en el que se vulneran los derechos humanos y los derechos civiles de determinados colectivos.
Salud y PAZ. Y yo sí que creo que por el gobierno y el ejército de Israel existe un plan perfectamente estudiado y previsto de reducción y eliminación de sus vecinos palestinos para quedarse con la mayor parte del territorio en disputa. Y eso entra perfectamente en el concepto de G E N O C I D I O. Un plan parecido al que existió en los Balcanes por parte de los ultranacionalistas serbios para terminar con Bosnios y Croatas.
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