Buscando en mi interior, recorro cabizbajo
el gris desamparo del jardín de mis sueños,
mientras me rompo recordando sin querer
la noche en la que me mató tu mayor miedo.
Angustia, pena y frío recorren estas espaldas
más anchas de lo que nunca sospeché,
con hueco finito para las llagas que provocan
tus silencios voluntarios de amarga indiferencia.
De todos modos, sabes que me vuelven loco
los dulces y amargos de tu rubia cerveza,
aquellos que bebí un día trece de entre tus manos,
cuando reímos como niños que descubren la felicidad, extasiados.
Tengo sueño, dudo, me asusto, caigo rendido
ante el cansancio de esta oscura y larga noche
en la que me rodean los sueños que no te conté,
amenazando las cicatrices que cierran unas heridas
que no deben tener quienes aman como nosotros.
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