viernes, 20 de mayo de 2011

¿No? ¿No nos moverán?

Pero ¿por qué? No es difícil de entender. Si a los llamados Mercados (que no son otra cosa que terroristas y sicarios) les indigna cualquier tipo de política social que signifique dedicar recursos públicos para el beneficio de los ciudadanos (bueno, en realidad lo que les indigna es que exista cualquier tipo de recurso público que no sea manejado directamente por uno de los suyos), ¿cómo no se va a ver como peligroso este movimiento desde el PsoE, PP, los jueces, la policía y cualquier otra instancia que esté apoltronada dentro de este sistema y que lo ha retorcido hasta el punto que ha dejado de merecer llamarse ya Democracia?
Un ejemplo. El próximo domingo, si decido ir a votar (ya lo ha hecho: iré a votar), en principio, mis principios (qué cacofónico, copón) me llevarían a hacerlo por Izquierda Unida, pero el sistema en el que vivimos ha hecho que puedan sentarse en el Ayuntamiento personas sospechosas de ser unos corruptos. Pues bien, la próxima Alcaldesa de Pinto, estará imputada y dos de sus concejales (una de ellas, su hermana), además de imputados, ya han sido condenados porque se les pegan los billetes a las manos. Por lo tanto, por si a alguien le interesa, votaré a IU para la Comunidad de Madrid y para el Ayuntamiento, a MIA (una formación que lleva un extenso programa electoral para el que no tengo NI UNA SOLA PEGA y que, por lo tanto, hago mío para la próxima legislatura; ya me he puesto en contacto con ellos para ofrecerme a ayudarles en la medida de mis posibilidades -vamos, dada mi capacidad, les ayudaría poquito-). Pues, eso, no me extraña nada que a quien ha elevado el Gürtel al nivel de la normalidad en Madrid y a quien le importa un bledo lo que les suceda a sus ciudadanos, señalen a esta gente como socialistas, comunistas, antisistemas y como emigos de los etarras (no es broma; ayer en VEO7, LD, Intereconomía, 10, y todas esas cadenas clones de extrema derecha -ya sabéis: Cesar Vidal, Curri Valenzuela, ese que se parece a Golum que no sé como se llama, Federico J. Losantos......-). Pues eso, que no me extraña que quienes pedían hace un par de meses que la sociedad española, en especial los jóvenes, demostraran su hartazgo con esta democracia nuestra aún imperfecta, con el paro, con la crisis y con la inacción de nuestros gobernantes (son palabras más o menos textuales de Esteban González Pons), hoy nos señalen como gentuza por tener la desfachatez de pedir que quienes vayan a votar, que lo hagan responsablemente.
Lamentable.
Iré a votar, pero intentaré botarles. Intentaré recortarles a ellos.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Confesiones de un sicario económico.

l amigo Mack, me envió por correo un archivo que resultó ser un vídeo en el que un señor que se declaraba "sicario económico" explicaba la manera de actuar de esta gentuza. Gentuza, eso sí, muy bien vestida, sin pendientes en las cejas ni tatuajes.
Su testimonio es realmente escalofriante. Habla de verdaderos Golpes de Estado, asesinatos y hundimientos forzados de países enteros; de empobrecimiento de sociedades, de privatizaciones forzosas, de, en definitiva, algo tan viejo y a la vez tan de actualidad como el pan de cada día en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional. Eso tan manido de "los mercados".
Por favor, ved este vídeo que dura algo más de 7 minutos. Siete minutos que deberían hacer que cambie la opinión de muchos respecto de los miles de jóvenes que se han movilizado por una democracia real. Siete minutos que deberían hacernos reflexionar sobre quienes son los auténticos antisistema.

miércoles, 11 de mayo de 2011

El bolígrafo de gel verde.

Eloy Moreno es alguien conocido para mí. No, no le conozco aunque hayamos estrechado nuestras manos. Ni siquiera puedo decir que es un conocido mío, pero sí creo que es, insisto, alguien conocido para mí.

Me explico. No puedo decir que tenga mucha experiencia en esto de internet, pero sí tengo muchas experiencias. Como todos sabéis (quedan cojonudas este tipo de frases, aunque no hayáis apenas "todos", aunque ninguno de vosotros sepáis), he conseguido tener y perder amigos de verdad después de ser compañeros u okupas de blogs de otros, así que soy de esos que saben lo que es trasponer la virtualidad del afecto intelectual al cariño personal; huelga decir que, aunque no necesario, ayuda muchísimo a llegar a ese cariño el conocimiento físico de la persona, el ver como se apartan, avergonzados, unos ojos tantas veces pensados sonrientes. Ver, también, cariño en esos ojos otras veces lejanos.

Llevo un tiempo siendo visitado por Eloy Moreno casi cada domingo (os recomiendo encarecidamente que os suscribáis a su blog, así recibiréis en vuestro correo las entradas del mismo), con unas entradas delicadas, dolidas, a veces dolorosas, con una sensibilidad que te desarma, con una visión distinta sobre cualquier cosa sobre la que, tal vez, hayamos pasado de largo unos momentos antes. Y ese, creo, es su secreto: habla de lo cotidiano de dos formas que hacen que te desarmes, que te descubras ante él. Este escritor, como algunos otros, es capaz de mirar lo mismo que tú, pero viéndolo diferente. Y es capaz de decirlo tan bonito... tan feo...

Lo mejor que puedo decir de su novela, "El bolígrafo de gel verde", es que es profunda hasta la negrura. Ahonda tanto en el interior del protagonista (tal vez él, tal vez tú, tal vez yo) que le hace real. Inseguramente seguro, desganadamente activo, verdaderamente falso, nerviosamente tranquilo. Además, hace que acabe dándote igual la identidad real de ese personaje cuyo nombre no aparece en toda la novela (probablemente porque lo importante no es él, sino que lo que a él le pasa, lo que a todos nos pasa y lo que ha pasado a todos), que acabes sabiendo que todo acaba mal y bien, que todo empieza bien y mal, que no hay camino duro, que no hay camino blando, que no hay atajo, que no hay rodeo.

He sentido durante estos días (pospuse la lectura de esta novela hasta que pudiese centrarme en ella -porque quería hacerlo, porque quería centrarme-) que no estaba leyendo una novela, sino una biografía, la mía, la nuestra. La vuestra. Lo que más me ha llamado la atención no ha sido su exquisito vocabulario, su excelente redacción o sus recurrentes obsesiones (esto último absurdo; supongo que una obsesión solo puede ser recurrente, sino sería, como máximo, una frustración). Lo que me ha sujetado al texto ha sido su música.

Soy alguien muy torpe en esto de las letras, un mal escritor porque no soy un buen lector (podría haber dicho que por falta de talento, pero mi falsa modestia me habría delatado), pero he detectado en la novela de Eloy algo que me ha hecho encuadrarla en la estantería de mi memoria dentro de la sección "poesía de la buena", compuesta ahora mismo por un total de un libro. Este libro.

Como todos sabéis (otra vez todos, otra vez sabéis), soy músico. Y soy alguien sensible en el sentido más extenso posible, por favor; no me juzguéis. Me emociono constantemente con la música, con las letras, con esas poesías escritas normalmente para que la música las complete. Y digo "complete". Me emociono con la poesía de las canciones, pero soy incapaz de sentir la misma emoción (digo la misma, una emoción completa, no por ello mejor o más profunda, pero sí más redonda) separando esas letras de esa música. No sé el por qué de esto, pero es así y lo siento. Y me alegro.

Sin embargo, con "El bolígrafo de gel verde", he conseguido escuchar esa música que echo en falta en esas "otras" poesías. Cada letra, cada palabra, cada frase, cada día de ese desordenado diario, viene acompañada por una música en una frecuencia que la hace inaudible aunque sé que está ahí. Podría poner algún ejemplo, pero sería dejarme más de trescientas páginas inmerecidamente fuera del mismo. Y sería imperdonable. 

Tanto como que Eloy no nos regalase otra novela. Aún siendo otra, aún no siendo esta.

Gracias.

martes, 3 de mayo de 2011

Bin Laden.

No aplaudiré jamás ningún acto que suponga la muerte de nadie, aún siendo el peor asesino de la historia, aún siendo el que haya hecho daño a un hijo mío. No puedo hacer otra cosa que condenar desde lo más profundo de mi corazón a los países que van por ahí asesinando a conveniencia (cuando, como y donde les convenga) a sus enemigos o a sus antiguos amigos. No puedo quedarme impasible ante una demostración más de que Los Estados Unidos de Norteamérica hacen lo que les sale del nabo siempre. No me gustaría olvidarme de los muertos de quienes aplauden este acto terrorista, países, políticos, periodistas o ciudadanos normalicos.
Ahora bien, esa es la declaración que me sale, porque es la que siento con toda mi fuerza. Digo "con toda mi fuerza", porque me cuesta mucho no alegrarme de que se haya quitado del tabaco alguien tan peligroso (me da igual de que no lo sea tanto como nos lo quieren pintar) como para, si no organizar, sí alentar y aplaudir los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Sí, hubiese preferido que muriese (qué feo está esto de preferir como se mueren los demás) de un mal esguince que asesinado por un estado "amigo" y un Nobel de la Paz, pero mi corazoncito no siente pena porque ciertas personas mueran.
Lo siento muchísimo. De verdad.