domingo, 23 de noviembre de 2014

Mi Pueblo: España...

A ver (que se escribe así "a ver", no "haber")... Este triste país está lleno de personas alegres, luchadoras, interesadas por el bien común e íntimamente relacionadas con cualesquiera actividades que tratan de cambiar el lamentable estado emocional de quienes viven en España mejorando su bienestar.

Pero (y sí, aquí viene el "pero") también está lleno de gentuza que va a llorar al cenicero de la mayor terrateniente del país, el cenicero lleno por la naturaleza y no por el rechinar de dientes de la otrora luchadora Andalucía; una tierra que, junto a Madrid, en más de una ocasión enarboló la bandera del "no pasarán"; un pueblo que ha pasado de serlo como característica de unión por la sangre verde y blanca a serlo por emocionarse con una mantilla y un capote; unas gentes que, lejos de anhelar pan, trabajo y libertad para sus hijos, lloran a quien les pisa generación tras generación, que protestan por el encarcelamiento de quien les roba, que aplaude y baila la boda de la tonta hermana de la tonta ladrona; que grita "viva el Rey" con la misma fuerza que grita los "vivas" que pronuncia la Ministra del Paro mientras agradece a una imagen religiosa la manita que al final no echó. Un pueblo, en definitiva, que cambia lo bonito de esa palabra por lo más rancio que la misma conlleva.

¿Que a qué viene este cabreo? Pues por cosas mías... Acabo de terminar de ver la última película de Philip Seymour Hoffman, "El Hombre Más Buscado" y flipo porque la noticia de su muerte se quedó, al igual que en el caso de la de Robin Williams, en el (también ya típico y tópico, muy de pueblo, muy de nuestro pueblo) sensacionalismo y los detalles escabrosos de dicha muerte, en si consumía drogas o no, en si se mató o se murió. Es lamentable que el pueblo que llora su bien, no llore las pérdidas irreparables del mundo cultural, el cierre de una biblioteca, la privatización de un hospital, o el regalo al Opus del terreno para una escuela. Concertada, evidentemente.

Tal vez por estas últimas cosas, porque nadie llora el cierre de una biblioteca, tal vez porque nadie sabe para qué sirve, España llora la muerte de la tal Cayetana.

Todo esto (quienes me conocen saben bien que, además de la presencia de mi familia, la música es lo que me emociona de verdad) me hace recordar un pasodoble de mi admirado Faly Pastrana.