miércoles, 22 de febrero de 2012

Hace diez años...

Hace diez años, a principios de siglo (que queda muy intelestuá), estaba germinando eso que siempre ha estado plantado en el ADN de todo español de bien: "los estranjeros" así, con ese "vienen a quitarnos el trabajo", con la variante "vienen a quitarme el pan de mis hijos" que viene a ser lo mismo, pero queda más dramático.

Entonces, algunos pensábamos (todavía lo hacemos) que aquello fue el efecto colateral, no deseado, pero desde luego que feliz en tanto que aprovechable, de una estrategia de los de siempre para controlar el dinero (negro oscuro, a ser posible) y de paso controlar a todo currito que quisiese entrar en el círculo vicioso de "si te quieres comprar una casa, zarrapatroso, tendrás que ganar más pasta de la que ganas; tendrás que currar para mí en la construcción, que es donde está el dinero; tendrás que comprar esta casa que yo te vendo; tendrás que hacerlo con una hipoteca, no te preocupes que ya la tienes negociá con güenas condiciones". Pero, en definitiva, aquello acabó siendo una guerra entre españoles y extranjeros, cuando debería haberse entendido en todo caso como mano de obra barata, frente a mano de obra muy barata; en los dos casos, salvo honrosas excepciones, era absurdo hablar de altas o bajas cualificaciones ya que eso no importaba, y si lo hacía, era para mal, para pagarte menos por no estar cualificado ya que en ningún caso valía una alta cualificación para cobrar más....

En estas que la gente empezó a creer que vivía bien trabajando 11 horas de lunes a sábado por cuatro duros (que multiplicados por 11 y por 6, acabó no siendo tan poco) y pagando unas casas y unos coches que nos vendieron como los que merecíamos y los que necesitábamos. En estas que se fue todo a la mierda y comenzamos a cobrar menos y a prestar más atención a los dispendios que hacían con nuestro dinero y (supongo que será la falta de costumbre) a quejarnos, no de que nuestros impuestos se gasten mal, sino de que éstos son demasiado altos... y más si se los siguen llevando los que le quitan el pan a mis hijos.

Ahora que ya no hay quien compre una casa o una barra de pan (cuando les de vergüenza decir que el salario mínimo interprofesional es de seiscientos y pico euros, podrían decir que es de 1000 barras de pan, que parece más), ahora que nos preocupa más que al Barça se le acabe la racha que lo corrupto que es nuestro alcalde, presidente o ministro... ahora, nos meten un estacazo que nos joden (sabiendo como saben que nadie va a mover un huevo por los derechos de los demás, ya que nos hemos tirado 15 años sin movernos ni siquiera por los derechos propios) y van a convertir la lucha españoles vs. extranjeros en una lucha trabajadores en activo vs. parados.

Al tiempo.

Bueno, hay un poco probable escenario que tal vez revertiría el tema. Si nuestros poderosos, nuestros gobiernos, los de arriba, nos tratan como lo hacen los niños con los padres, midiéndonos a ver hasta dónde nos pueden apretar y nosotros les dejamos hacer solo por no llevarnos un berrinche (quien tenga niños se dará cuenta de que este ejemplo es más válido de lo que pueda parecer; el que piense que tiene la posición dominante con sus hijos es que no pasa con ellos más de una hora al día, y digo con ellos, no en el mismo sitio) y nosotros acabamos, por fin, hasta los cojones y diciendo "hasta aquí hemos llegao", tal vez, solo tal vez, consigamos algo. Aunque solo sea poner el culo dignamente.

Desde luego, con el mío, que no cuenten.

martes, 14 de febrero de 2012

Me están tocando las pelotas.

Oh, sí.

Estoy bastante harto de ver a los trabajadores a los pies de sus asesinos mientras éstos solo paran de relamerse para reírse de ellos.

Ahora resulta que CCOO y UGT están más preocupados por el seguimiento de una más que necesaria HUELGA GENERAL que el propio Gobierno.

Después de mucho defraudar (como nosotros), después de mucho mirar para otro lado (como nosotros), después de mucho tragar (¡como nosotros!), el pueblo griego, ahora que le han desposeído de casi todo, muestran lo poco que les han dejado: la dignidad.

Estoy ya acostumbrado a estar rodeado de imbéciles que creen saber sobre lo que opinan, aunque se sepan incapaces de defender lo que dicen; harto de ver como, a pesar de ser cada vez más quienes odian a la institución SICAR, acuden sin falta a su misa dominical porqueesquehijamíasinoseenfadalacatequista; hasta el mismo ciruelo de escuchar a quienes están a mi alrededor cosas como que Melendi es un gran artista; pero lo que no puedo aguantar, ante lo que me rebelo y me rebelaré mientras me quede aunque solo sea un pedazo de mi conciencia de clase, es a la falta de dignidad que supone no levantar la voz, aunque solo sea un poquito, ante un abuso. 

La injusticia, a fuerza de repetición tras repetición, se convierte en el pan nuestro de cada día, pero eso de asumir como bueno lo que solo es normal (algo normal no es algo bueno o correcto, del mismo modo que algo radical, no es algo alocado o fuera de sí, sino algo que procede de la raíz misma de la cosa que se trata).

Pues eso, me parece vergonzoso agachar las orejas en una reunión con la ministra del paro y la destrucción de lo poco digno que quedaba en nuestros trabajos (los que, cada vez menos, aún tenemos la ¿suerte? de poder tener un empleo) y acudir, al día siguiente, ante tus afiliados, ante tus delegados, ante los que te han puesto donde te encuentras, a decirles lo que les dice Rajoy: hay que hacer sacrificios. 

Vale, prefiero sacrificar mi salario de un día, de una semana, de un mes a cambio de reclamar que no me jodan, que no jodan a mis compañeros, que no jodan el país que tanto dicen amar los de las banderitas, que ser un indigno, un insolidario y un vendido al capital.

Me cago en todo y en todos.

Artículo en el que Juan Torres López y Alberto Garzón hablan sobre las repercusiones de la contrareforma laboral del Gobierno.

Reforma laboral del PP
La voladura controlada del derecho protector del trabajo

Altereconomía

El pasado viernes el gobierno del PP anunció una nueva reforma laboral que se tramitará como proyecto de ley en las próximas semanas.

Como en ocasiones anteriores, el gobierno la presenta como el camino imprescindible y seguro para solucionar el problema del paro que es el que más preocupa desde hace años a los españoles. Ahora se dice textualmente en el texto con el que ha sido presentada en sociedadque gracias a ella habrá más empleo, más empleo estable, más flexibilidad interna en la empresa, más eficacia del mercado de trabajo, más control y lucha contra el fraude…

Muy buenas palabras para que la opinión pública sienta confianza y acepte sin rechistar la nueva reforma.

¿Quién podría negarse a apoyar unas medidas que pretenden estos objetivos tan deseables?

El problema radica en que, aunque se oculte, ya disponemos de suficiente experiencia sobre lo que de verdad se consigue con el tipo de medidas flexibilizadoras, de recorte de derechos laborales y de abaratamiento del trabajo que de nuevo se vuelven a imponer.

En esta primera valoración de urgencia de la reforma no podemos hacer una análisis exhaustivo de todas ellas así que nos vamos a limitar a poner de manifiesto que, a nuestro juicio, la estrategia general que persigue y las medidas concretas más relevantes que contiene no han permitido nunca alcanzar los objetivos que dice el gobierno que van a conseguir ahora (más empleo, más empleo de calidad y mejores condiciones de la economía en general). Y que, por tanto, no hay razones para esperar que ahora puedan lograrlo.

La estrategia de la reforma


Las diferentes medidas que contiene la reforma no comportan una a una grandes novedades (salvo las referidas a la negociación colectiva que comentamos más abajo) y podrían incluirse fácilmente en las grandes líneas estratégicas de las reformas laborales que se vienen llevando a cabo desde los años ochenta:

- Abaratar el despido:


La nueva reforma reduce la indemnización de 45 días por año con un limite de 42 mensualidades en el despido improcedente y a 33 días con un limite de 24 mensualidades en todos los contratos indefinidos; modifica las causas de despido para evitar el control judicial; elimina la autorización administrativa en los despidos colectivos; y facilita el despido por absentismo y el debido a enfermedad.

- Flexibilizar el marco general de las relaciones laborales:


La nueva reforma amplía las posibilidades de movilidad geográfica; facilita al empresario la posibilidad de modificar las condiciones de trabajo; y permite suspender o reducir temporalmente la jornada de trabajo, sin autorización administrativa.

- Promover la negociación individual de las condiciones de trabajo acabando con la colectiva:


La nueva reforma permite la inaplicación de los convenios mediante el arbitraje obligatorio; acaba con la prórroga automática de los convenios colectivos a los dos años de la terminación de su vigencia inicial; y da preferencia siempre al convenio de empresa respecto al sectorial.

- Abaratar el empleo (especialmente de los jóvenes) permitiendo la existencia de auténticos contratos basura y la intensificación del trabajo femenino:


La nueva reforma crea un nuevo tipo de contrato indefinido que podrán utilizar el 95% de las empresas españolas y que podrá extinguirse durante su primer año sin indemnización alguna por la simple voluntad del empresario; también otro contrato para la formación y el aprendizaje que se desvincula de la formación del trabajador; modifica el contrato a tiempo parcial para permitir la realización de horas extraordinarias y se fomenta este último tipo de contratación, como dice textualmente la propia nota informativa, para compatibilizar el empleo con la vida familiar y personal, lo que, en ausencia de políticas de corresponsabilidad, especializará a las mujeres en este tipo de empleos.

Además de todo ello conlleva otras medidas como las de bonificaciones y subvenciones, cambios institucionales significativos (como acabar con el monopolio de la formación de patronales y sindicatos lo que aún es pronto para saber el efecto práctico que pueda tener), la posibilidad de que los organismos públicos lleven a cabo expedientes de regulación de empleo, más privilegios a las grandes empresas de trabajo temporaly,como corolario de todo lo anterior, facilitar la reducción de los costes laborales y la moderación salarial.

Aparentemente, a grandes rasgos, la reforma podría simplemente considerarse como realmente limitada y una más en la línea de las anteriores y tendría la misma utilidad que han tenido y que ya hemos denunciado en otros textos (¿Qué se pretende con la reforma laboral?). Pero creemos que sería un gran error no descubrir la auténtica carga de profundidad que llevan consigo estas nuevas medidas laborales.

A nuestro juicio, la reforma del Partido Popular comporta una gran novedad y es que prácticamente renuncia a llevar a cabo modificaciones profundas en las condiciones relativas al entorno general en el que se mueven las relaciones entre empresarios y trabajadores (en la flexibilidad del mercado) para centrarse en la protección de los intereses del empresario, aumentando la flexibilidad interna de la empresa por la vía de darle a un poder de decisión frente a los trabajadores mucho mayor que el que hasta ahora tenían.

Lo que esta reforma busca no es, como en otras ocasiones, que el mercado de trabajo español responda en mayor medida a los principios que vienen sosteniendo los economistas neoliberales, que todo él sea más flexible para facilitar un mejor ajuste entre oferta y demanda de trabajo. No. Lo que creemos que el gobierno ha buscado ahora es limitarse a proteger y ampliar el poder de decisión de las empresas españolas a costa de los derechos de los trabajadores, posiblemente en la previsión de que no va a ser capaz de mejorar las condiciones del entorno económico a corto y medio plazo y que lo que se avecina es, por tanto, muchos más y peores nubarrones en el panorama económico.

Por eso la reforma va a ser mejor recibida por la patronal que por los analistas económicos neoliberales que, en realidad, han visto frustradas sus propuestas de los últimos años (sobre todo, la del contrato único) orientadas a desregular la totalidad del mercado y no solo la actividad en el interior de la empresa (aunque valoren positivamente lo que la reforma propone en este campo).

La reforma es efectivamente tímida desde el punto de vista neoliberal en lo que se refiere a la macroregulación del mercado laboral pero posiblemente sea la reforma más profunda y radical de los últimos treinta años desde el punto de vista de la distribución de los poderes de decisión y por tanto de apropiación entre propietarios del capital y los trabajadores. Y esto es lo que no debe pasar desapercibido.Es una reforma decisiva no por lo que va a conseguir a corto plazo sino por las condiciones que establece para el futuro de la economía española que, con el nuevo diseño del marco laboral que se le impone, no podrá especializarse sino en el suministro de servicios de baja calidad y valor añadido para ponerse a la altura, en todo caso, de las economías más empobrecidas de nuestro entorno.

El gobierno no ha planteado una reforma para crear empleo, ni para crearlo de calidad, ni para disminuir la temporalidad, ni la dualidad, ni mejorar la formación sino para proteger a los empresarios cuando sabe que la economía no se va a recuperar y que, como consecuencia de las políticas de austeridad que aplica y de las concesiones que hace a la banca, sus negocios tendrán menos demanda y menos actividad productiva y, por tanto, menos necesidad de empleo.

Las medidas verdaderamente relevantes de la reforma son las encaminadas a dar prioridad a los convenios de empresa, a permitir que los empresarios puedan modificar unilateralmente las condiciones individuales de los trabajadores (con control judicial ex post) y las condiciones laborales y salariales de los convenios colectivos, especialmente las relativas a jornada, y å eliminar la prórroga automática indefinida de los convenios (la ultraactividad).

Así, el artículo 12 del proyecto modifica el Estatuto de los Trabajadores estableciendo quea partir de ahora “la dirección de la empresa podrá acordar modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo cuando existan probadas razones económicas, técnicas, organizativas o de producción. Se consideraran tales las que estén relacionadas con la competitividad, productividad u organización técnica o del trabajo en la empresa”. Y esas modificaciones se considerarán sustanciales cuando afecten a materias como jornada de trabajo,
horario y distribución del tiempo de trabajo,
régimen de trabajo a turnos, sistema de remuneración y cuantía salarial, sistema de trabajo y rendimiento
y, en algunos casos, funciones. Es decir, a la práctica totalidad de las que tienen que ver con las condiciones de trabajo.

Este es el cambio radical que comporta la reforma. Radical pues lo que hace en la práctica es una auténtica voladura controlada de los derechos laborales y de los principios que dieron lugar al Derecho del Trabajo. En lugar de que el legislador admita que en la relación laboral hay una asimetría profunda porque empresario y trabajador parte de situaciones diferentes y disponen de un poder de negociación muy desigual, y que, por tanto, el segundo necesita normas que lo protejan, se concede ahora todo el poder de decisión a quien lo tiene de partida por ser el propietario del capital frente a quien solo dispone de su fuerza de trabajo.

A nuestro juicio, la nueva reforma laboral se basa en el principio más reaccionario e injusto que puede tener una norma: tratar igual a los desiguales. Poniendo al empresario frente al trabajador individual, sin que a éste le pueda apoyar un convenio que es el resultado del poder colectivo mucho mayor que el suyo propio, la consecuencia inevitable no va a ser otra que la degradación de las condiciones laborales.

Y lo cínicamente paradójico es que el gobierno y los economistas neoliberales llamen a eso “modernización de la negociación colectiva” cuando lo que hace la reforma en realidad es retroceder a la forma en que se contrataba a los trabajadores en el sigo XIX.

Todo lo demás de esta reforma es accesorio y en el debilitamiento del poder negociados de los trabajadores en donde se encuentra su núcleo duro de la reforma.

A medio y largo plazo, como queda dicho, no va a traer otra consecuencia que el deterioro del mercado laboral y la degeneración de las condiciones de trabajo y, con ello, el de toda la economía. Y está por determinar cuál va a ser su efecto definitivo a corto plazo teniendo en cuenta que el gobierno ha puesto al alcance de los empresarios dos vías de respuesta ante la mala coyuntura en la que estamos que provocarán efectos diferentes según se use preferentemente una u otra: el despido más barato para aliviar plantillas y el reajuste interno, ahora más cómodo, para evitarlo.

¿Qué podemos esperar de la reforma?


¿Llevarán razón los neoliberales y el gobierno y será verdad que con el despido más barato las empresas contratarán a partir de ahora más empleo indefinido que temporal?

¿Optarán mejor la mayoría de las empresas por aprovecharse en los próximos meses del despido más barato para desembarazarse de contratos indefinidos y sustituirlos por temporales o por los más precarios que crea la reforma?

¿O aprovecharán las empresas las facilidades que le concede la reforma para llevar ajustes internos sin recurrir a despidos, consolidando entonces plantillas más precarias, versátiles y baratas?

¿Es cierto, como creen los dirigentes empresariales, que lo que se necesita para salvar a las empresas españolas en esta coyuntura crítica es darle más poder a los empresarios y reducir los derechos laborales y el coste del trabajo? ¿Será suficiente con eso para evitar que sigan cerrando miles de empresas y perdiéndose cientos de miles de empleo?

Naturalmente, no tenemos la intención de jugar a ser adivinos ni tampoco queremos ser agoreros. Pero resulta, como decíamos al principio, que hoy día sabemos lo que ha ocurrido en España y en otros países cuando se han tomado este tipo de medidas y que, en consecuencia, se puede aventurar lo que va a volver a suceder con las que se van a aprobar ahora.

La evidencia empírica nos dice con bastante claridad lo que suele suceder cuando se reduce el coste del despido,que es lo que viene haciéndose desde los años ochenta y en España en mayor medida que en ningún otro país de la OCDE. A saber:

- No se crea empleo neto porque facilita mucho su destrucción en etapas de recesión como la actual.

- No disminuye el nivel de desempleo porque también se ha demostrado hace tiempo que las decisiones sobre contratación de los empresarios dependen de otros factores distintos a los costes del despido.

- No reduce la temporalidad ni se produce un incremento sustantivo de la contratación indefinida.

Por tanto, ahora, en una coyuntura recesiva como la actual,lo que con toda probabilidad cabe esperar de la medida que ha tomado el gobierno es que produzca lo mismo que se consiguió con las sucesivas reducciones del coste del despido: que aumenten los despidos.

Por otro lado, la evidencia empírica también demuestra justamente lo contrario de lo que afirman quienes defienden este tipo de reformas. La mayor flexibilidad interna en las empresas puede ser generadora de empleo en algunas. En realidad, casi exclusivamente en las que no resulten muy afectadas por la caída en la demanda que inevitablemente lleva consigo la reducción de los ingresos que produce la mayor precarización del empleo cuando se recortan los derechos y el poder de negociación de los trabajadores.

Y es fácil constatar que ha sido precisamente la progresiva flexibilización de las relaciones laborales que se viene produciendo en los últimos treinta años la que ha traído consigo el empleo de baja calidad, los salarios más bajos y el fenómeno de la “dualidad” en el mercado de trabajo, esto es, la existencia, por un lado, de trabajadores con contratos indefinidos, alto grado de seguridad y aceptables condiciones de trabajo y, por otro, de otros con empleo temporal, inseguro y mal pagado. Y, como resultado de todo ello, una menor demanda y ritmos más bajos de crecimiento de la actividad económica y en la creación de empleo.

Es por eso que se pueda aventurar que si las empresas españolas optan por el reajuste interno haciendo uso de la mayor flexibilidad interna que ofrece la nueva reforma, quizá podría mantenerse el empleo pero esto siempreque existiese suficiente demanda efectiva. Pero incluso en ese caso, lo que ocurriría seríaque empeoraría la situaciónde los trabajadores con mejores empleos sin mejorar a los precarios de contratos temporales. Una vía retrógrada de “luchar” contra la dualidad.

Pero sin mejorar las condiciones de entorno del mercado de trabajo, manteniendo las políticas de restricción del gasto y de moderación salarial, lo que inevitablemente va a ocurrir es que habrá menos demanda y que la inmensa mayoría de las empresas (las que no disponen de gran poder de mercado o de yacimientos de actividad en el mercado global) no van a poder sobrevivir ni mantener el empleo actual por mucho poder de decisión que acumulen los empresarios. Imponiendo salarios cada vez más bajos y reduciendo el gasto en la economía, ese poder no les va a servir de mucho. Nadie puede salir de un hoyo tirándose de los pelos que es lo que en realidad le ofrece el gobierno a los empresarios con este nuevo marco de legislación laboral tan favorable para ellos.

En definitiva, esta nueva reforma sigue dejando sobre el cuello de las empresas y los trabajadores españoles la misma espada de Damocles que se obstinan en no tener en cuenta ni la patronal ni los economistas neoliberales: la falta de actividad y las malas condiciones macroeconómicas. Un gran número de análisis empíricos han mostrado que, incluso si se pudiera aceptar que actuar sobre algunas de las variables institucionales que las tesis ortodoxas consideran como causa del desempleotuviera un efecto significativo sobre el nivel de empleo o sobre su calidad cuando se analizan aisladamente, lo que generalizadamente ocurre cuando se toman en consideración otras variables es que o no lo tienen o es mucho menos determinante que otros factores relativos a las condiciones macroeconómicas en que se desenvuelve el mercado de trabajo (Ver V. Navarro, J. Torres y A. Garzón, “Hay alternativas. propuestas para crear empleo y bienestar social en España”, Sequitur, pp. 83 y siguientes).

Dicho de otra forma: incluso si ocurriera que las empresas españolas vayan a optar en esta situación recesiva que va a ir a peor por reajustar internamente sus plantillas y no por despedir con menos coste a sus trabajadores, los fundamental está sin resolver: en la economía española no hay demanda suficiente ni la financiación necesaria para que las empresas pueden crear o incluso mantener el empleo por muy protectoras del empresariado que sean las nuevas normas laborales.

En lugar de abordar este asunto, que es el prioritario y del que realmente depende que se mejore el mercado laboral y se salven miles de empresas y millones de empleos, el gobierno del Partido Popular ha preferido ir por la vía más fácil de concederle más poder a los empresarios ya de por sí más poderosos y de quitarle derechos y capacidad de decisión a los trabajadores. Pero ni siquiera a la inmensa mayoría de los empresarios les va a compensar disponer de estos privilegios decimonónicos porque empobrecer a los trabajadores es empobrecer a la sociedad y, a la larga, a los propios empresarios que realmente se dedican a crear riqueza y empleo.

¿Quién se puede creer que de verdad se puede progresar en el siglo XXI tomando como referencia los principios de actuación y las normas del XIX?

Fuente: http://altereconomia.org/sec/?p=30

viernes, 10 de febrero de 2012

Estaréis contentos.


Facilitar a los empresarios los despidos objetivos por causas económicas. Clarificar lo llaman. Cuando de los resultados económicos de hecho o previstos sean negativos, no necesariamente pérdidas Sino disminución de ingresos. Durante tres trimestres.
Bajar la indemnización por despido improcedente de 45 a 33 días. Y limitación de 24 mensualidades de esa indemnización. 
Felicidades, inmensa mayoría de éste país que tanto defendéis cuando se meten con Nadal.
Luego OS quejáis de que blasfemo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

FW:

Hola, sí soy el de antes.....
Olvidé poner la fecha ;)
Es el próximo viernes 17 de febrero en el Teatro Francisco Rabal de Pinto....
De verdad, con la guitarra no soy tan torpe, jajajaja

Antonio Santiago Díaz.
http://www.soyelantonito.blogspot.com



From: elantoniosd@hotmail.com
Subject:
Date: Wed, 8 Feb 2012 10:50:31 +0100

Hola ¿qué tal?

Te escribo para anunciarte que toco con mi grupo "Casapuerta" en Pinto y no te lo puedes perder.

Pasarás dos horas increíbles con lo mejor de la música gaditana, con el mejor Carnaval de Cádiz. Dos horas en las que te divertirás mucho más de lo que puedes imaginar y en las que además, no faltarán los momentos para la emoción.

Y como teloneros, tendremos a la mejor Comparsa de Madrid, la Comparsa "Músico de Caracola" en la que también participo. 

Si estás interesad@ en asistir, además de por Internet (https://seguro.cam.es/teleentrada/ServicamServlet), también se pueden adquirir entradas por teléfono, llamando al número 902 44 43 00 y en la taquilla del teatro con el siguiente horario: Jueves de 18:00 a 21:00 horas, y 90 minutos antes del comienzo de cada función.

Espero que nos podamos ver y que puedas decirme lo bien que te lo has pasado con nosotros.

Un beso,
Hola ¿qué tal?

Te escribo para anunciarte que toco con mi grupo "Casapuerta" en Pinto y no te lo puedes perder.

Pasarás dos horas increíbles con lo mejor de la música gaditana, con el mejor Carnaval de Cádiz. Dos horas en las que te divertirás mucho más de lo que puedes imaginar y en las que además, no faltarán los momentos para la emoción.

Y como teloneros, tendremos a la mejor Comparsa de Madrid, la Comparsa "Músico de Caracola" en la que también participo. 

Si estás interesad@ en asistir, además de por Internet (https://seguro.cam.es/teleentrada/ServicamServlet), también se pueden adquirir entradas por teléfono, llamando al número 902 44 43 00 y en la taquilla del teatro con el siguiente horario: Jueves de 18:00 a 21:00 horas, y 90 minutos antes del comienzo de cada función.

Espero que nos podamos ver y que puedas decirme lo bien que te lo has pasado con nosotros.

Un beso,

jueves, 2 de febrero de 2012

La Serenissima.

Siempre controvertida, la comparsa de Juan Carlos Aragón Becerra es, como él, una provocación en sí misma.

Continuamente escuchas a entendidos que se enfrentan a otros entendidos por cosas como esta. En realidad, no es más que otro de los ejemplos (fútbol, política, vinos, mujeres, hombres...) que hacen de nuestra especie otra cosa: unos estúpidos que nos creemos dioses.

Harto estoy de asumir como válidas y respetables críticas que se hacen desde las tripas y no desde la razón. Me da igual sobre qué hablemos. 
A mí me gusta más la forma de jugar del Madrid (cuando lo hace bien, ¿eh? no cuando da patadas o se raja) que el marear la pelota del Barça; creo que fue Pellegrini el que dijo que si el Madrid jugase como el Barça, con 0-0 en el descanso el Bernabeu sería una orquesta de viento.
A mí me gusta más la forma de hacer las cosas de IU (cuando lo hace bien, ¿eh? no cuando da patadas o se raja) que la del PSOE o la del PP.
A mí me gusta más un Somontano de 4€ (cuando no está comprado en el Carrefour o en el DIA, que ahí siempre están picados) que un Rioja o un Ribera del mismo precio.
A mí me gusta más Charlize Theron (sobre todo cuando lo hace bien; especialmente cuando da patadas, como en AEON FLUX, ay) que Shakira (a no ser que dé patadas a su novio; ahí me replantearía varias de las cosas anteriores).
A mí me gusta más un hombre como Anthony Hopkins o como Sean Connery (me daría igual si diesen patadas) que otro como Esperanza Aguirre (¿qué? ¿que estamos hablando de hombres? Sin duda, me acostaría antes con cualquiera de esos dos señores que con esa).

En definitiva, opinemos sobre música, sobre letras, sobre conjunción y dirección de los grupos, sobre grupos consagrados vs. cantera, sobre ortodoxos vs. heterodoxos. Sí, cualquier debate es bueno. Bueno, bueno, no, al menos no cualquiera... Nunca uno en el que se enfrenten prejuicios contra hechos.

Un prejuicio es que un libro es malo si no sé leer, que un libro es malo cuando yo no lo entiendo, que un autor es malo cuando no me gusta, o (y esto, que es de lo que hablo, es el remate final) que una obra es mala, incluso antes de haberla visto, porque me cae mal su autor, simplemente, porque no le entiendo.

Fíjate, me valdría como argumento un "no me gusta Juan Carlos Aragón, del mismo modo que no me gusta Antonio Martín, porque sus comparsa gritan". Me valdría. Por supuesto, no me valdría "me gusta la de Martín; la de Juan Carlos, no, porque gritan". Eso es como decir que no te gusta Charlize Theron porque está gorda, cuando la que te gusta es Monserrat Caballé.

En definitiva, estoy dispuesto a aceptar que el concepto de La Serenissima es muy arriesgado, incluso que mi opinión está basada en un prejuicio, pero solo si se acepta que, al escuchar con atención, sabiendo que me va a gustar, soy capaz de disfrutar con detalles que son imperceptibles o molestos para quienes tienen la visión contraria, la que está basada en un prejuicio negativo.
Por supuesto que sí, por supuesto que estaba deseando escuchar la comparsa de Juan Carlos, más que ninguna otra, más incluso que la de los Carapapas. Pero es que ha colmado mis espectativas.

Musicalmente, es genial, muy metida en el tipo. Y la letra..... ¡Ay, la letra! Dice tanto como siempre dicen las comparsas de Juan Carlos. 
Aquí, me podrán decir que no se entiende, y puedo estar de acuerdo. Del mismo modo que puedo estar de acuerdo cuando alguien que no ha escuchado nunca carnaval me dice que no se entiende al Selu o al Love. Vale, tal vez no se les entienda perfectamente, pero si escuchas con la suficiente actitud (de aptitud hablo luego) se te puede escapar algún detalle, pero lo gordo, lo escuchas.
Hablo de escuchar, no de entender. Aquí hablo de aptitud. Amoavé, ¿cómo coño puede entender algo que está escrito en "italiano" alguien que no entiende lo que está escrito en español? Y no hablo de traducir como el Google Translate... no. Hablo de recibir las palabras Y DE ENTENDERLAS, de procesarlas y comprender el significado último que le ha querido dar el autor a su obra. De comprender que Matrix no es (o al menos "no solo es") una película de acción, que Origen no es solo una película con muchos efectos especiales, o que Los Parias no son unos vagabundos.

Vamos, que ya lo dice La Serenissima en su primer cuplé.

Aquí os la dejo; espero que la disfrutéis tanto como yo.