viernes, 6 de octubre de 2017

Guitarra

El cariño del artesano que,
apartando con cuidado el serrín,
pare el instrumento.

El quejío de cada hombre al que
le ha sabido la boca a sangre.
Cada canción de una madre
entre besos a sus hijos.
Una hora tras otra de estudio,
en la soledad de unos ojos cerrados.
Todo, nada. La angustia que acompaña
a la creación. Esa sensación...
no se puede describir con palabras,
sino con arpegios, rasgueos,
notas que se alargan.
Y un golpe
que para el tiempo,
el universo entero atento al siguiente acorde.

Guitarra hecha de nobles maderas,
cuánto ofreces, cuánto quitas.
Esa lucha que se produce dentro,
en las costillas de este bello instrumento
que sólo necesita afición
y afinación para ser nada,
para valer todo. 

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