miércoles, 8 de junio de 2011

Contestando a La Repú.

El amigo Jesús, que no Jesús-el-amigo-de-los-niños (¿o ese era Espinete?), en el blog de Manolo Saco decía ayer algo así como que le echábamos (quienes desde posiciones de izquierdas le reclamábamos que cumpliese un poquito, si no con las siglas de enmedio -la s y la o, ahora minúsculas, antes tal vez mayúsculas-, al menos con su programa, o en su defecto, con su palabra) la culpa de todo, terremotos y pepinos incluidos, a ZP, a Rubalcaba y al PsoE.
Bien, en mi caso no es así. No le echo las culpas a Zapatero por acción, a Rubalcaba por colaboración necesaria, y al PsoE, como mínimo por omisión (de auxilio, en este caso), más que por sus mentiras ("no os fallaré", "la crisis la pagarán quienes la han provocado", "no nos doblegaremos ante los mercados") y por la traición que supone para toda la clase trabajadora, oséase, para la inmensa mayoría de sus ciudadanos y de sus votantes, la vergonzosa lista de bajadas de pantalones, empezando por los rescates a los bancos mediante inyección de dinero público sin pedir contrapartida alguna; el crecimiento de la burbuja inmobiliaria que, si bien no se produjo durante su mandato, no es menos cierto que ha mirado para otro lado mientras nos arrastraba hacia la championlí, a pasar a Italia en PIB y a ir de invitaducho a las reuniones del G-20; la puta reforma laboral; la puta reforma de las pensiones; y la más que previsible puñalada sobre la negociación colectiva.
Respecto a (o respecto de, nunca sé cual es la correcta) esto último, culpaba también a los sindicatos (se refiere, como todo el mundo cuando utiliza esta generalización, a los mayoritarios, a CCOO y a UGT) por decir ahora que, una vez reventado el dialogo sobre la negociación colectiva por las pelotas de la cabronal, somos capaces de ir a una huelga general, cuando él, Jesús, La Repú, lo que proponía era haber amenazado antes con una huelga en el transporte y en el comercio como medida de presión a la hora de afrontar esa negociación.
Aquí quiero aputar unas cuantas cosas. Como el propio Jesús sabe, porque me consta que está permanentemente informado sobre todo el rojerío, por su especial conciencia de clase y por ser un estudioso del marxismo y otras rojeces necesarias, esta negociación ha estado viciada de origen, del mismo modo que lo han estado las negociaciones sobre los cientos de convenios colectivos congelados desde que comenzó esta legislatura, desde que empezó a verse la profundidad de la crisis, del mismo modo que se levantaron de la mesa de negociación para la reforma laboral, igual que se negaron a negociar sobre las pensiones.
Los poderosos, y los empresarios de nuestro país lo son (bueno, un grupo de elegidos que despachan con el presidente y se permiten marcarle la agenda hasta el punto de que le hablan públicamente sobre la conveniencia de hacer o no público su deseo de no presentarse a más elecciones) como herederos que son en muchos casos de los poderosos de entonces, de cuando había un dictador (aquí, iba a haber puesto "de cuando no había democracia", pero no estoy tan seguro de que hoy la haya realmente (democracia-real-ya y tal), tienen muy clarito lo que les conviene a los de su clase (su clase es la otra, la que no es la nuestra, por mucho obrero que se crea que existe eso de la clase media -hipoteca/préstamo del coche/vacaciones pagadas con la tarjeta de crédito-). ¿Y qué les conviene? Alargar y dilatar las negociaciones hasta llegar al pico más bajo en la crisis, momento en el que convendrá llegar a un acuerdo porque las cosas empezarán a ir mejor para nosotros y, por lo tanto, peor para ellos.
Pues llegó el momento en el que, tras la reforma laboral (y la escasa -aunque mayor de lo que nos han hecho ver sus medios de comunicación- repercusión de la huelga general), llegó el aumento de la edad de jubilación y lo que es mejor: la ampliación de los años en los que se calculaba y del plazo mínimo de cotización, en definitiva, tras el abaratamiento real del despido, el retraso y abaratamiento de la jubilación.
Entonces, la consigna fue desbloquear todas las negociaciones y llegar a acuerdos de cara a la galería, como puede ser el de la negociación colectiva. ¿Por qué digo de cara a la galería? Porque la reforma laboral desvirtuó lo que a ellos les convenía desvirtuar, poniendo el suelo en el Estatuto de los Trabajadores y no en el Convenio Colectivo, de tal modo que abría la posibilidad de que, mediante un acuerdo empleado-empleador, éste pudiese pasarse por el forro de los huevos los derechos de aquel. Me viene a la cabeza que en periodos de ganar pasta a espuertas, de que había todo el trabajo que uno quisiese, se firmaba el finiquito con el contrato y era lo que había; hoy se ha oficializado esto en la práctica, cuando está todo fatal y uno es capaz de firmar cualquier cosa porque no se va a poner exquisito nadie a la hora de firmar un contrato, con lo caro que está eso de conseguir.
Pero hete aquí (cosamasfeapordios), que lleguó el 22-M y los resultados mostró un país postrado a los pies del partido que mejor representa sus intereses. ¿Qué hacen ellos ahora? Pues, estando a un cuarto de hora de firmar por fin el acuerdo para la modificación de la negociación colectiva (en CCOO se ha dado por hecho oficialmente hace unas semanas), la cabronal se descuelga pidiendo cosas que había dado por perdidas por ser unas burradas y por ser precisamente las trabas que ponía a sabiendas de que eso encayaría la negociación. ¿Ejemplos? Pretendían que los encargadillos y todo el personal que tuviese cualquier tipo de responsabilidad dentro de las empresas (además, así, en abstracto, con lo que les mola a ellos la ambigüedad de las normas) y los empleados de autónomos con menos de 6 trabajadores a su cargo (más de la mitad de los trabajadores de este país), estuviesen fuera de los convenios.
Pues, en esas estamos.
¿Por qué lo de que ZP, Rubalcaba y el PsoE van a recibir también la culpa por lo que venga? Desde mi punto de vista es muy sencillo de explicar y de entender.
Cuando la cabronal (ups, la patronal, todo el día llevo utilizando mal esa palabra) se levantó de la negociación de la reforma del mercado de trabajo (mercado, eso nos consideran, mercancía), lo que sucedió fue lo siguiente:
  1. El gobierno dijo que lo pagarían caro.
  2. El gobierno dijo que iba a hacer una reforma acorde con los intereses de quienes aún tenían voluntad de negociar.
  3. El gobierno hizo una reforma que atentaba contra todos los derechos de todos los trabajadores, incluso (el tiempo lo dirá, pero parece que muchos de los recursos interpuestos en contra de la bajada de los sueldos de los funcionarios y, creo, de la congelación de las pensiones son inconstitucionales, en tanto en cuanto que son considerados derechos adquiridos) esos que nunca tocarían ya que habían sido suficientemente maltratados por el PP: los derechos de los funcionarios y de los pensionistas.
¿Qué es esperable ahora? Esto ha venido:
  1. El gobierno ha dicho que se van a cagar.
  2. El gobierno va a hacer público mediante decreto este viernes en el Consejo de Ministros que va a reformar la Negociación Colectiva.
Esto está por venir: NOS VAMOS A CAGAR ONE-MORE-TIME.

Pues eso, de eso sí se puede culpar a ZP, Rubalcaba y al PsoE. Y de eso les culpo y les culparé, aunque colateralmente salga beneficiado el PP, porque considero que los culpables de que salga beneficiado el PP no somos los ciudadanos que, sin darle nuestro voto al PP, se lo hemos dado a alguien que no es el PsoE, ni tampoco considero culpables a quienes se han abstenido (especialmente quienes se han abstenido activamente; estaría bueno que se culpase a CNT o a los de 15-M DRY de la victoria del PP). Yo, Antonio Santiago Díaz, con DNI tal y cual, culpo a quienes han perdido por méritos propios la confianza que depositamos en ellos muchos, incluso los que no confiaban en ellos, sino en que su voto sirviese para algo más que para aprobar cuatro derechos que por lógica deberían pertenecernos, que por lógica nos pertenecen, que se han conquistado.

Que los derechos no se otorgan, sino que se consiguen. Copón.

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