miércoles, 1 de junio de 2011

Pego textualmente un comentario de "María de Nazareth" (supongo que será un nick; o eso, o en el cielo hay WIFI) en el blog de Manolo Saco.

Restaurada la monarquía, un real decreto de 26 de febrero de 1875 estableció que la enseñanza debía limitarse a los libros oficialmente aprobados; una inmediata circular del Ministerio de Fomento prohibió exponer ideas contrarias a la religión católica.
Esta circular, dirigida a los rectores de las Universidades decía así:
“Que vigile V.S. con el mayor cuidado para que en los establecimientos que dependen de su autoridad no se enseñe nada contrario al dogma católico ni a la sana moral, procurando que los profesores se atengan estrictamente a la explicación de las asignaturas que les están confiadas, sin extraviar el espíritu dócil de la juventud por sendas que conduzcan a funestos errores sociales.
Por ningún concepto tolere que en los establecimientos pendientes de ese Rectorado se explica nada que ataque, directa ni indirectamente, a la monarquía constitucional ni al régimen político, casi unánimemente aprobado por el país...”
(Carlos Blanco Aguinaga y otros “Historia Social de la Literatura Española”, Madrid, Castalia, 2ª ed. 1981. vol. II, p. 197).
Como consecuencia de ello, Gumersindo de Azcárate fue desterrado en Mérida y Francisco Giner en Cádiz. Estos destierros provocaron esta reacción del ingeniero Fernando García Arenal (hijo de Concepción Arenal) en una carta dirigida a su madre en el mismo año 1875:
“Reniego de todo lo renegable, la patria inclusive, daría todo lo que tengo por no ser español y por dejar este aborrecido país tan injusto con sus buenos hijos.

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