lunes, 22 de enero de 2018

Lo digo todo

Cuando no sé qué decir, te digo todo,
no guardo nada. Desconozco razones,
motivos, simplemente hablo y hablo,
porque entiendo que sería robarte
guardar mis sentimientos, puesto que,
aún siendo cierto que nacen de mí,
como en un crimen, eres la inductora,
por quien existe motivo y oportunidad,
para tu móvil no quiero coartada.

Llevo tiempo callado, en silencio,
escondiéndome de ti, porque me asustas,
no tenía dentro de mi presuntamente
amueblada cabeza, ninguna idea que
se te pareciese y, ahora que estás en mí,
no hay muebles, no hay ciencia,
no hay creencia, no hay porqués,
sólo estás tú, de mil maneras,
con mil formas, en mil formatos.

Tú, solamente tú, certezas que esta vez
me desarman de dudas o precaución,
que me empujan a ser yo, a luchar,
a mejorar si quiero, aceptándome así,
todo imperfección, descubriendo
entre música y letras a unos desconoci(dos),
un antídoto sin veneno,
un mono sin drogas,
un amor sin aire que no ahoga,
unas paredes por las que entra luz,
un timón sin barco, riqueza sin dinero,
temblor sin miedo, fuego en el frío,
silencio en el ruido.

Paz, amor, paz en tiempos de guerra,
guerra en plena tregua,
atadura sin cuerda, cuerda que guardo,
hostieja sin aviso, tu nombre y el mío.

Alejarme nunca fue una opción,
ni construir muros, que sólo dañan
cuando los derribo con la cara
al volver a ti, sinceridad de la más difícil,
la que si esquivas, sólo daña a la verdad,
en la que otros no viven y nosotros sí,
porque uno cree en el otro, sin querer,
sin saber, sin neuronas, con ellas,
con un deseo que se desata sin aviso,
simplemente aparece, aunque tal vez
lo que sucede es que está ahí, callado,
esperando a atacar una sonrisa, un beso,
un pijama, un abrazo, una broma,
un recuerdo de esos tan bonitos
que creamos juntos, que queremos
cuando nos queremos,
cuando nos pensamos,
vamos, siempre, ya sabes. Siempre.

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