martes, 2 de octubre de 2018

El moderno Prometeo

Como una Mary Shelley de la cuna de Cervantes,
creaste, negro sobre blanco, a un médico loco
que creyó lo suficiente en lo imposible,
que consiguió lo impensable.

¿Por qué jugaste a ser dios?
¿Por qué me diste la vida?
¿Por qué, alfarera, manchaste tus manos de barro
para moldear a este engendro, retal sobre retal?

Junto a la Diosa del la sabiduría, Prometeo,
hijo de un Titán y de la tan bien traída Pandora,
engañaron a Zeus para crear al hombre
y tú, con el rayo del mayor de los dioses Olímpicos,
inventaste a este monstruo con corazón.

La bestia, feliz por aprender a amar,
deambulaba torpemente tropezando sin parar,
asustando a los pueblerinos por bruto,
a los dioses por aberrante y a ti por ti.

Ahora, me debato entre la esperanza y el temor,
porque si no existe un dios que nos castigue,
tampoco encontraremos  un dios
que nos perdone por matar al amor.

Y ahora que me acerco al punto final,
recuerdo el día que me creaste
bendiciendo nuestro infinito amor,
y la noche que me condenaste a jamás conocer
a otra diosa que me diese vida como lo hacías tú.

Paradójicamente, finalizo este libro
deseando usar las manos que antes te hacían temblar,
para arrancarme con rabia estas atávicas ganas de ti.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Desafecto

Cogería mi guitarra si no tuviese ganas de quemarla,
del mismo modo que volvería a conducir sin rumbo
en busca del sueño que casi puede conmigo.

Sin ganas de mí, vuelvo a ajustar el cilicio
que rodea las purulentas heridas de un muslo
vacío de la sangre que no transita por este circuito
carente de un corazón que la bombee,
lleno tan solo del vacío más absoluto.

Descarno mis no tan anchas espaldas
con hambre de venganza, con el único objetivo
de marchitar esa sonrisa que me hace atractivo,
que no guapo, que cierra más aún estos ojos
demasiado verdes para tu gusto,
demasiado pequeños para el mío,
demasiado perspicaces como para permitirme
no ver cuando veo.

Mientras busco acabar con el mosquito
que toca la corneta cerca de mi oído derecho,
escribo una vez más las primeras palabras
que pasan por el telepromter de mis días,
sintiéndome
un periodista que se limita a leer en voz alta
la vida que otros dedos dictaron, como el pez
que se traga un anzuelo sin cebo,
como el conductor que enfila avenidas
sin mirar los semáforos porque cuenta monedas,
como el pájaro que se parte el cuello contra
cualquiera de los cristales con los que todavía
nadie ha pensado hacia dónde abrir sus venas.

Me quedo sin ganas de preparar una olimpiada
cuando sé que no podré ganarla,
que nunca lograré las marcas de otros atletas.

Me quedo sin ganas de respirar el aroma pestilente
de desesperantes profecías autocumplidas.

Me quedo sin ganas.

Me quedo.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Dolores

Rotura total de los ligamentos de la rodilla.
Quemadura de tercer y hasta cuarto grado.
Cólico Nefrítico.
De muelas u oídos.
Fractura con desplazamiento.
Parto.
Golpe en los testículos.
Cefalea de racimo.
Cáncer de huesos.
Y neuralgia del trigémino.
Dicen los presuntos expertos, que esos son
los mayores, los peores dolores.

A ellos, nunca se les ha roto el corazón.

domingo, 12 de agosto de 2018

Vayámonos de viaje

Maldita esta traicionera y temerosa cabeza
que ama, siente, piensa y recuerda diferente,
que tan intensamente llena o vacía de emoción
cada uno de los millones de unos y ceros
que computa, la muy hija de puta.
Cabeza traicionera, porque se busca las mañas
para boicotear a un corazón entregado a la causa,
a la divina tarea de amar a esa bella guerrera,
que zancadillea a unos pies que duermen enlazados.

Temerosa cabeza la mía que no quiere descansar
por si un mal sueño me lleva a despertar
entre unas sábanas que son mortajas si no estás,
con unas manos que sin ti, no sirven para nada,
que escriben solamente cuando no pueden acariciar
esa suave y fina piel que rodea a la mujer que amo.

Con la fresca mañana, paseo entre pensamientos
que transcurren sobre el camino que unió
tu vida a la mía,
apartando los fantasmas de los destinos vividos
con quienes no merecían jugar con tu alma o la mía.

Reniego de este o aquel lugar, tonto de mí,
buscando un nuevo paisaje por descubrir,
que se halle vacío de tus recuerdos o de mis miedos,
hasta que me descubro sereno, tranquilo y seguro,
sintiéndome feliz y amado, deseando que llegue
el momento en el que juntos partamos
hacia cualquier lugar en el que disfrutar
del destino al que nos conducen nuestros besos.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Cortejando fuego, cerveza y pipermint

Éboli De Mer...ilyn pintando colores en el fuego junto a mamá,
Santiago dando leña, amigos de Almería
recitando con aromas de Alcazaba,
con una Charo que se esconde mientras
nos provoca con canciones
y una Rosa que es más rosa que ninguna.

Débora con una calma que muestra
mejor si cabe todo el talento que destilan
sus golpes certeros en forma de verso,
mientras el compañero Fernando lee lo que hoy
escribirían quienes murieron de España y Dios.

Eduardo esquivando columnas junto a su coantorcha,
la divina dulzura de los versos de un Alejo
cuya voz aterciopelada suena a blues,
huele a humo, sabe a al toque de madera
de un aromático escocés.

Noemí, su querido amigo ausente y un "Volver"
que es un contrato para Esto Nuestro.
Cebada y trigo recién llegada a Pinto entre cardos y girasoles,
y Juanjo Ayuso marcando con serenidad el compás
de un poema que huele a café recién hecho.

Y otros mil poetas, y mil más ayer,
música y poemas, valga la redundancia.
Y una mujer ¡qué mujer! Que me inspira cada letra,
que me mata si me mira y que me mato cuando no.

Una mujer que me regala cuanto no merezco,
que ayer me dió otra alegría añadida al resto,
que me enseñó con mis propias palabras
cómo me siento desde aquel día
en este bar, en aquella esquina.

¡Ah! Y las niñas, la juventud... Divino, te adoro.