jueves, 21 de diciembre de 2017

Alma

¿Ves? Sólo descanso cuando llego
a la respuesta que me haga cuadrar.

¿Te das cuenta? Una vez más, equivoqué
mi camino, confundí los porqués,
llegué a conclusiones erróneas, por esa
distinta manera mía de sentir.

Ya sabes, (no lo diré, menos aún, escribiré
las cuatro letras que me mueven)... ya,
ya sabes, decía, que escribo sin pensar,
porque mi manera de hacerlo, la razón
contra mis sentiemientos, me ha llevado
siempre lejos de mí, lejos de ti, más si cabe.

Escribo mientras escucho esta música,
esta sencilla forma de matar mis preguntas.

Al escuchar estas notas, mientras trabajaba,
pensé en aquella vez primera que el trémolo
se dibujó en tu sonrisa, el primer asomo
de aquel pecado original por el arte de pecar,
aquella primera vez de miles, en las que,
tonto de mí, acabo cambiando de tema.

Entonces, hace nada, preguntaba por qué
el que con tanta maestría toca esos tresillos,
que, cosas del flamenco, son cuartetos,
él, que tan bien toca el limpio instrumento
que ofrece la libertad de mí, a mí...
Por qué, quien compuso esa belleza,
le puso "Alma" en vez de "Calma".

¡Qué tonto fui! !Estaba claro!
lo que precede a nuestro trémolo,
es una Taranta, un palo en las costillas
de los mineros, de Jaén hasta Almería.

Un palo, este, que junto a la Soleá,
duele en el alma si lo escuchas
en la voz de una guitarra,
si lo escucho solo. Sólo. Contigo.

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